Todo comenzó en 2013 durante una cena informal entre Raúl Oliván, director de Zaragoza Activa y Javier Fernández, coordinador de La Colaboradora. Por aquél entonces, los dos conocían bien las consecuencias de la crisis económica que lleva campando por España desde hace años, entre las que destacan la destrucción masiva de empleos o la ausencia de acceso a crédito financiero. Además, compartían el impulso urgente de crear un espacio nuevo que facilitara el autoempleo a través de lógicas ciudadanas alternativas. Un proyecto de innovación social que empoderara a las personas a través de la colaboración entre iguales.
Durante esa cena, Oliván y Fernández imaginaron un nuevo modelo de espacio que mezclara un coworking P2P con la filosofía de un banco del tiempo. El Ayuntamiento de Zaragoza tenía entonces espacio disponible en la sala de calderas de la antigua Azucarera (hoy Zaragoza Activa) y la ciudad, por su parte, abundante talento con miles de personas bien preparadas en la cola del INAEM. En este contexto nació La Colaboradora el 30 de mayo de 2013.
Tras cuatro años de co-gestión este proyecto nos daría para hablar durante varios días. Durante este tiempo hemos pasado por múltiples fases, desde el origen de un proyecto en comunidad muy ilusionante a la experiencia serena de una iniciativa ciudadana que hoy se consolida. También hemos pasado por momentos críticos motivados por el futuro incierto de lo público, y de alegría desbordante ante el reconocimiento internacional al trabajo bien hecho. Pero siempre con la creatividad como eje transversal del proyecto, sumada a una buena dosis de gestión con sentido común y el conocimiento de las necesidades reales de los emprendedores del siglo XXI.
Foto: Celebración del premio Eurocities de Cooperación 2016
Una escuela de colaboración
Por el camino, los más de doscientos miembros y colaboradores hemos crecido como proyecto público, pero sobre todo como individuos que comparten la inquietud de madurar personal y profesionalmente. Y es que mantenemos muy presente nuestro objetivo principal, el de colaborar. Marisol Arqued, de MiCubo Editorial, dice que La Colaboradora “es una escuela de colaboración”, el lugar donde aprendemos a maximizar el contacto, las ganas de innovar y de facilitarnos la vida. Y lo hacemos liderados por un fantástico coordinador de proyecto, Javier Fernández, y una junta gestora convencida del poder de las redes personales.
Es cierto que nunca imaginamos la proyección actual del proyecto o el interés que despertaría en otros lugares. La finalidad era mejorar la calidad de los emprendimientos y garantizar algunos futuros a través del autoempleo. Hoy, La Colaboradora es una experiencia fascinante y un logro de Zaragoza Activa que ha generado una comunidad autogestionada nada común. Ya no es sólo un banco del tiempo, sino también un lugar donde hacer realidad ideas im/probables o tomar café con los principales responsables de la transformación social actual. Desde su inicio y hasta el 28 de febrero de 2017, cerca de 300 colaboradores hemos compartido más de 9.800 horas, de las que 3.500 han ayudado, a través de los equipos de trabajo, a gestionar el proyecto. Hemos organizado 592 actividades, muchas de ellas coformaciones gratuitas y open source para los ciudadanos de Zaragoza, y hemos participado en ocho retos sociales para apoyar iniciativas locales de carácter social. Y muy importante, podemos afirmar que hoy funcionan 210 nuevos emprendimientos, la mayor parte de carácter locales.
Foto: #CaféCO con Rodrigo Savazioni, director ejecutivo del Instituto Procomum de Brasil
Los ciudadanos en la gestión de lo público
Trabajamos pasito a paso, con buena letra, dejándonos llevar por el día a día de la comunidad y con un sentido práctico de las cosas. Y gracias al capitán del buque, Raúl Oliván, los ciudadanos hemos podido apropiarnos más que nunca de la gestión de lo público. Una combinación de factores que en 2015 permitió a La Colaboradora ser reconocida como buena práctica de innovación ciudadana por la Secretaría General de Estados Iberoamericanos (SEGIB), así como de recibir los premios Ouishare 2015 a la mejor iniciativa financiera P2P y Eurocities 2016 de Cooperación. Quién lo hubiera dicho.
¿Y ahora qué? Pues ahora muchas cosas. La comunidad atraviesa hoy un punto de inflexión que, con el liderazgo adecuado, permitirá avanzar en nuestra independencia y autogestión. Debemos aplicar una de nuestras principales cualidades y ser capaces de adaptarnos al cambio, de aprovechar los retos para innovar de nuevo. Sólo así daremos forma a uno de los objetivos de Zaragoza Activa: incorporar la innovación ciudadana a los servicios públicos a través de dinámicas de planeamiento de abajo arriba.
Somos conscientes de que nos observan. Otras incubadoras, coworkings, hubs y proyectos de toda índole han pasado por nuestras puertas para aprender cómo funciona el banco del tiempo y cómo adaptarlo a sus contextos locales. Además, esta semana hemos hecho una prueba piloto trasladando nuestro modelo colaborativo a 66 alumnos de tercero de primaria del colegio La Estrella de Zaragoza. Un experimento precioso que, si funciona, puede inspirar a otros colectivos educativos a incorporar la filosofía de la colaboración en sus aulas. Nuestro presente y futuro es continuar apoyando a los emprendedores desde lo público, con la economía colaborativa por bandera. Ser un faro que proyecte luz sobre aquellos que creen que, entre todos, las cosas pueden ser diferentes, mejores. Felices cuatro años a todos.
Foto de portada: Nacho Bueno
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