Gracias a la creciente presencia del feminismo en la actualidad y a la forma en que atraviesa de forma transversal todos los ámbitos sociales, cada vez nos resultan más familiares cuestiones de vital importancia como las relativas a los cuidados.
En un sistema regido por el esquema de organización patriarcal y reforzado por el capitalismo como modelo económico, se nos exige que seamos personas productivas, competitivas y autosuficientes cuando en realidad somos interdependientes y vulnerables por naturaleza.
La práctica de cuidados fue uno de los contenidos seleccionados desde el Grupo Motor de Las Zaragozas para la organización de los encuentros que iban a tener lugar en la Plaza de Zaragoza Activa – La Azucarera. Con anterioridad se habían desarrollado dos encuentros, uno con la Inclusividad como eje del mismo y otro con la Colaboración y el trabajo en red como tema central
Las responsables de estructurar este evento nos implicamos de forma muy especial motivadas por nuestro compromiso personal y profesional con el tema. Desde nuestra experiencia diaria creemos en la necesidad de un cambio estructural que sitúe el cuidado de las personas en el centro. Un modelo más equitativo y sostenible donde las relaciones sean horizontales y solidarias.
Para caminar en esa dirección debíamos proporcionar algunas de las herramientas necesarias para transformar los cuidados y las relaciones de poder imperantes dentro de los grupos de los que formamos parte. El pasado 11 de diciembre nos reunimos un grupo muy heterogéneo de personas para reflexionar y aprender de la mano de la psicóloga social Mari Fidalgo (grupo Obradoiro) y su taller emocional-vivencial. Celia Ciprés (El AlmaZen) nos habló de su trabajo en una de las reuniones y nos pusimos en contacto con ella.
Mari Fidalgo tiene formación en gestión y facilitación de grupos. Desarrolla actividades de sensibilización y formación sobre migraciones, feminismo y derechos sociales. Se forma en Biodanza en la Escuela Hispánica de Madrid, confiante en el potencial de esta herramienta para el cambio personal y colectivo. Se define como activista en la construcción de vidas dignas, plenas y felices, desde la centralidad de los cuidados y el buen trato como apuesta política.
A pesar de la distancia, (viajó desde Galicia), no quiso perderse la oportunidad de compartir con nosotras este espacio dedicado a los cuidados ya que en palabras suyas, “hay un cambio que está en marcha y puede apreciarse en el interés por iniciativas como esta”.
Buscamos que el encuentro no solo hablase de cuidados sino que fuese cuidador en sí mismo, por lo que antes de comenzar pudimos disfrutar de una sesión de Body Scan dirigida por Paloma Sainz (fundadora de All One Project y autora de “Mindfulness para niños”) que nos proporcionó unos necesarios minutos para desconectar y preparar el terreno para la reflexión y aprendizajes posteriores. Es de vital importancia aprender a parar. Detener cuerpo y mente, y darnos aunque sea un minuto de regalo al día en el que podamos resetear y continuar.
En un sistema donde las dinámicas laborales y de la vida cotidiana tienen un gran impacto en la salud y el bienestar de las personas se nos priva del tiempo necesario para alcanzar un equilibrio integral. El autocuidado y tomar conciencia del mismo es de suma importancia en nuestras prácticas diarias.
A lo largo de las diferentes actividades y en una dinámica totalmente participativa se fueron tratando de forma grupal algunos puntos clave como la construcción cultural de los cuidados, la socialización de género que padecen las mujeres orientada hacia ellos o la crisis de los cuidados. Es necesaria su reorganización social para equilibrar un reparto que es asimétrico y su puesta en valor tras sufrir una constante invisibilización a lo largo de la historia.
El mantenimiento de la vida ha sido una labor relegada a las mujeres y al ámbito privado, infravalorada y sin remuneración en una sociedad mercantil donde lo que no se paga no existe. Accedemos al mundo laboral sin salir del doméstico y sobre nosotras recae el peso y la responsabilidad de esta tarea impuesta a través del mandato social, lo que supone una sobrecarga de gran desgaste a todos los niveles.
Combinar estas tareas gratuitas con las exigencias de un mercado laboral hecho a medida de quienes no cuidan, es misión imposible. Implica tener que renunciar a ocio, autocuidado, participación social y otras muchas libertades. Y es que la crisis de cuidados niega los derechos individuales: el derecho a ser cuidada en condiciones dignas, el derecho a no cuidar y el derecho al tiempo.
Es por tanto urgente equiparar el cuidado al resto de actividades productivas, porque esta actividad no reconocida es de hecho la que permite que funcione el mercado. Somos más de la mitad de la población mundial quienes soportamos esta carga. ¿Qué sucedería si paramos?. Necesitamos espacios como éste donde también los hombres participen y estén para escuchar y tomar conciencia. Poner la vida en el centro es la única forma de tener un modelo de desarrollo sostenible, y es una responsabilidad comunitaria y colectiva a todos los niveles.
Poner a la ciudadanía en contacto con las diversas realidades es algo que hemos perseguido a lo largo de los diferentes encuentros, porque solo mediante la cooperación seremos capaces de sumar y crecer. Esperamos haberlo conseguido.