“Nos dimos cuenta de que después de los Desayunos con Diamantes que se celebran los jueves, algunos miembros de La Colaboradora, de forma espontánea, se quedaban para hablar de cómo iban sus proyectos de empresa”, dice Paola Fatás, conectora del área de Modelo de Negocio de La Colaboradora. “Es por ese motivo que decidimos adoptar las Matriuskas dentro del área, para ofrecer un espacio de colaboración en el que trabajar sobre la ejecución de planes concretos en el marco del nacimiento de una empresa”, añade.
Para llegar a buen puerto, cualquier proyecto debe pasar por tres fases: la ideación, la planificación y la ejecución. Es bajo esta estructura que se concretan las tres actividades principales del área de Modelo de Negocio de La Colaboradora: Comaster, Codiseño de Modelo de Negocio y Matriuskas.
Las Matriuskas se pensaron como un espacio en el que, después de haber pasado por el Comaster y el Codiseño, aquellas personas con un proyecto empresarial ya ideado y con un plan de negocio diseñado, pudieran poner en marcha acciones concretas para alcanzar sus objetivos. “La gente que participa en las Matriuskas explica en cinco minutos qué acciones va a llevar a cabo durante la siguiente semana, y comenta si ha realizado las acciones que se propuso para la anterior semana. Se trata de algo muy práctico, una rueda, como una puesta al día, pero en grupo”, explica Paola.
El mundo del emprendimiento puede ser un mundo solitario en el que es frecuente estancarse o bloquearse. Es por ello que las Matriuskas se erigen como una forma de acompañamiento entre personas que inician un proyecto similar, al tiempo que sirven para acelerar el proceso de ejecución empresarial. Como comenta Paola Fatás, en ocasiones “es más fácil comprometerse con los demás que con uno mismo”.
Por su parte, Camino Latorre, participante de la actividad ya terminada, confiesa que las Matriuskas “han sido una experiencia gratificante y útil. Hemos sido un equipo de mujeres que nos hemos comprometido con nuestro proyecto y con los de las demás para avanzar; para asumir lo que más nos costaba, para desatascarnos”. Añade Camino que “las críticas constructivas y las ideas nuevas nos han ayudado a no dar demasiados rodeos para conseguir lo que queremos. Para mí ha supuesto un empujón necesario en lo práctico y una dosis de confianza en lo emocional, lo que para una autónoma es un aspecto casi de igual importancia”.
Para el próximo curso, después del verano, se espera que la actividad pueda reemprenderse para los miembros de La Colaboradora que ya hayan realizado la formación en Comaster y el Codiseño. Durante 2 meses, aquellos emprendedores que busquen empapar, tal y como dice Camino, su proyecto de “espíritu colaborador puro”, podrán empezar a ejecutar su plan de acción empresarial de la mano de otras personas que se encuentran en la misma situación.