Las competencias cobran cada vez más importancia para las empresas. Los títulos y grados formativos son de ayuda y dan puntos a nuestra candidatura. No obstante, tener esas titulaciones no garantiza que sepamos aplicar esos conocimientos o solucionar cosas. Dependerá de la práctica posterior de cada persona para consolidar e integrar esos conocimientos. Pero, ¿qué pasa con los máster?
Hoy en día se pueden aprender muchas cosas de forma autodidacta. Las titulaciones académicas han pasado a un segundo plano relativo. Invertir en tu conocimiento es más importante que nunca; debes actualizarte y reciclarte a lo largo de toda tu vida profesional. Así que la formación académica y reglada es muy necesaria, al menos tener unos mínimos que se solicitan para cualquier empleo.
¿Estudiar un máster?
Podríamos afirmar que, a mayor nivel de estudios, las opciones de empleo son mayores. Sin embargo, esto no quiere decir que no tengamos personas con grados universitarios o de formación profesional en desempleo.
Cuando uno se informa de un máster o postgrado, las entidades suelen presionar aduciendo que quedan pocas plazas o que el descuento acaba “mañana”. No os lo creáis. Es una táctica de marketing para vender. Otras mencionan que hacen una selecta criba de las personas elegidas. Al final lo que les interesa son personas que paguen. La decisión de hacer un máster no es algo que se deba tomar en el momento.
Por sí solo, no es garantía de nada
Antes de decidirte por un máster u otro debes mirar la reputación de la entidad, las opiniones de antiguos alumnos, la actualización del temario, el periplo y el perfil profesional del profesorado, el coste -no los más caros tienen que ser los mejores, ni los más baratos los peores-, las prácticas ofrecidas, el sistema de evaluación y metodología, etc. Un máster, por sí solo, no te dará un empleo o una mejora profesional, aunque debemos analizar sus opciones de inserción.
Los másteres y postgrados son una buena opción para adquirir conocimientos. El tener la inquietud de seguir aprendiendo cosas es vital. La clave es hacerlo, siendo indiferente la forma que elijas.
La clave de la especialización
Eso sí, sea cual sea la temática, procura que tenga que ver con tu profesión, sector o actividad, para seguir especializándote o que sea sobre una materia transversal aplicable a todo tipo de actividades. Imagínate que estás graduado en historia y decides hacer un master en big data. Te falta una formación técnica de base y te tocará invertir muchas más horas para no quedarte descolgado.
¿He oído máster?
Aquí van los aspectos que debes tener en cuenta a la hora de elegir un máster o postgrado:
Primero. La temática sobre la que vas a cursar ése máster o postgrado. Analiza si es una materia actual, con futuro y con recorrido profesional en el cambiante mercado laboral. Analiza, además, para qué pueden servirte esos conocimientos y competencias, teniendo en cuenta tu perfil profesional y tu periplo profesional y académico. Está muy bien aprender, pero la formación debe tener un foco con metas laborales y propósito profesional. Está claro que tienes que elegir una temática que te apasione, aunque, a priori, no tenga grandes salidas profesionales. Es cuestión de saberlo aplicar y hacer cosas diferenciadoras.
Segundo. Existen multitud de entidades que ofrecen másteres sobre las mismas temáticas. Pero existen diferencias en muchos aspectos. Analiza la actualización del programa, que sean temas lo más actuales posibles y revisados. En ocasiones pueden estar desfasados o poco actualizados a la realidad actual. Debes prestar atención a la reputación de ese programa y de la entidad, preguntar e indagar a personas que lo hayan cursado e ir más allá de los testimonios que puedan aparecer en su página web. Es bueno que esa entidad lleve tiempo impartiendo ese programa y que vaya cambiando su metodología. Al final, esta debe ser práctica e interactiva con casos reales que nos hagan aplicar el conocimiento y sacar nuestras propias conclusiones.
Tómate tu tiempo
Tercero. Debes dedicar tiempo a conocer la trayectoria del profesorado que imparte ése programa de postgrado o máster. Esta bien que cuenten con profesorado academicista, pero es necesario que también cuenten con personas con larga trayectoria en el mundo de la empresa del sector o actividad de la materia. Se necesita tener esas dos realidades, que suelen estar bastantes diferenciadas. Buscar su perfil profesional en redes profesionales (como LinkedIn).
Igualmente, se ha de analizar la rotación de profesorado de ese programa para ver si van cambiando de personas que lo imparten o si cambian las materias. No dudes en contactar con antiguos profesores o profesoras de ese programa. Te tienen que inspirar y sentir conexión con lo que cuentan.
Una inversión en ti
Cuarto. Un máster es una inversión en ti, en tu formación… Así que es importante que tengas claro con qué presupuesto cuentas para ese postgrado o máster, cómo vas a financiar el coste, etc. Algunas personas no dudan en optar por una de las entidades más reconocidas y, por ende, con el precio más elevado. Hay quienes, incluso, piden un préstamo o crédito.
Hay programas con facilidades de pago, aunque también los hay que no las ofrecen. En ocasiones, algunas entidades ofrecen programas muy personalizados y para un número reducido de máximo 20 personas, para que sea mucho más enriquecedor. Las entidades con programas para mayor volumen de alumnos no son tan personalizadas y se pierde esa individualización. Debes analizar si ese programa vale ese dinero y si te merece la pena hacer el esfuerzo. Cuida con tus expectativas y contrástalas con lo que te prometen u ofrecen en esa entidad para ese programa concreto. No todas las entidades y programas son para todas las personas y viceversa.
Analiza tu profesión actual
Quinta. Debes analizar cuál es tu situación personal o profesional actual. Esto influye a la hora de elegir si hacer un programa presencial, híbrido o totalmente online. Muchos programas dirigidos a personas con experiencia profesional y que están trabajando son en formato intensivo de fin de semana (parte presencial y virtual). Con independencia del formato elegido, tendrás que invertir tiempo para sacarlo adelante, eso supone priorizar ese programa ante otros planes o proyectos. Algunas personas no son conscientes del esfuerzo que tendrán que hacer para sacar adelante ese máster o posgrado.
Sexto. El sistema de evaluación y de adquisición de conocimientos. Debería ser una evaluación constante y muy práctica, huyendo de los típicos exámenes de teoría, que luego se olvida rápidamente. Es necesario analizar si hacen un seguimiento de vuestra aplicación e integración del conocimiento en vuestro disco duro mental. Que se base en proyectos y casos para defenderlos posteriormente con otros alumnos y profesores.
Máster como fuente de enriquecimiento
Séptimo. Analiza también la posibilidad de hacer prácticas o poder entrar en contacto con empresas del sector para conocerlas en su día a día. Esto puede ser una buena fuente de enriquecimiento. También dependerá de la disponibilidad de cada uno para realizar las prácticas en formato presencial. Cada son prácticas más exprés, aunque potentes, que se hacen en formato virtual para ayudar a alguna empresa a organizar o mejorar determinadas necesidades existentes en su organización.
Octavo. Valora la red de contactos profesionales que se hace. Muchas entidades venden programas elitistas que te permiten acceder a un programa de alumni, para poder contactar con gente y acceder a charlas. La profundización de los contactos con esas personas dependerá de los pasos que decidan dar las dos partes involucradas. Es cierto que algunos programas llevan una gran reputación y, por sí solos, ya abren puertas al tratarse de programas con una fuerte inversión a los que no todo el mundo tiene acceso.
Un máster, como ya he dicho, es una inversión en ti, en tu formación y tu “atractivo profesional”. Siempre debes ver qué es lo más adecuado para ti, seleccionar 4 opciones que mejor te encajen, identificando los pros o contras. En ocasiones, la gente solo se guía por el precio y esto suele ser un error. Debes buscar un equilibrio entre todos los aspectos que hemos comentado, viendo lo que te encaja mejor en función de tu momento personal, profesional, familiar y económico. Tenemos que ver la necesidad de ese programa en nuestro desarrollo.
Una inversión, no un coste
Al final, la formación y la actualización la debemos ver como inversión y no como coste. También hay que tener en cuenta que, con independencia del programa que decidáis realizar, su utilidad dependerá de lo que hagáis con esos conocimientos a la finalización del mismo.
Si solo buscáis el título, os servirá de poco o nada. Se trata de aplicar lo enseñado en vuestro día a día profesional. Y no olvides, el networking tampoco. La inversión de un máster no acaba pagándolo, sino sacándole el mayor provecho, por conocimientos, pero también por contactos.
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