Son tiempos complicados para todas las personas. Pero, quizás, si hay ahora mismo un sector inmerso en la incertidumbre y enorme preocupación por ver cómo sus proyectos de vida se desmoronan, es el del pequeño comercio como el de El Gancho.
Reconozcámoslo, siempre han sido tiempos difíciles para el pequeño «gran» comercio —en permanente amenaza por las grandes superficies y los nuevos hábitos de consumo—, no es algo desconocido ni está ocurriendo hoy por primera vez. Pero si ya partimos de un campo con escasos árboles frutales y, de repente, irrumpe Godzilla en forma de coronavirus, la cosecha se pierde.
Si, además, ese campo está situado en una zona sombría que lucha con tesón e imaginación día tras día por atraer luz a sus frutos —como es el caso del pequeño comercio del barrio El Gancho—, la cosecha no solo se pierde, sino que se arriesga a no rebrotar.
Sí, son tiempos complicados
Sí, son tiempos complicados para todas las personas, pero para el pequeño comercio de El Gancho, son devastadores.
Ante la pregunta realizada a comerciantes de El Gancho «¿Temes que tu negocio cierre permanentemente tras la crisis sanitaria actual?». La respuesta general ha sido «sí» o «no lo descartamos». Porque, en la actualidad, son muy pocos establecimientos los que resisten —y pueden estar— con la persiana levantada: tiendas de alimentación como La Española, Ohrigen, Charcutería B. Montori, Herbolario San Pablo, Lácteos Torreconde, La mar de cookies, Panadería San Blas…; o de otros sectores no menos esenciales, como la Papelería Aries 2, Lavandería se me va la pinza…; además de las farmacias, cuyo personal laboral está en primera línea atendiendo a personas posiblemente infectadas que recogen su medicación, con el alto riesgo de contagio que ello supone, por no hablar del escaso material de protección del que se dispone todavía, tanto para comerciantes como para el vecindario.
Sin perder la sonrisa
Aun con todo, estos comercios continúan en su lucha diaria por sacar adelante sus negocios sin perder la sonrisa y ánimos. Mirando con cierto optimismo al futuro, confiando en que la ciudadanía haya aprendido la importante lección —por desgracia, a base de «una buena torta»— que una ciudad sin su pequeño comercio es una ciudad triste, vacía de vida en las calles. Autónomos/as y pymes esperanzados en que, en cuanto finalice este confinamiento, podamos acudir a sus locales a consumir sus productos de excelente calidad —muchos de ellos, artesanales—, con ese trato personalizado y cercano tan característico de este tipo de emprendedores y emprendedoras.
Mientras llega ese día —que llegará—, muchos de estos pequeños comercios están ofreciendo altruistamente sus conocimientos y habilidades, o bien a través de las redes de apoyo vecinales o a través de sus canales online. Por ejemplo, el taller de costura creativa Una oca loca realiza y reparte mascarillas de tela a otros/as comerciantes de la zona, Somos Vértice (joyería ecológica) aprovecha sus impresoras 3D para fabricar pantallas protectoras para personal sanitario, Lencería Emi dona sábanas para confeccionar mascarillas, Dreamcatcher colabora en distintas acciones… Y muchas otras iniciativas solidarias en las que están volcados estos pequeños —pero grandes, muy grandes— comercios de El Gancho.
Explorando nuevos formatos desde El Gancho
A nivel online o a domicilio, son también varios establecimientos los que se han tenido que amoldar a las necesidades actuales de sus clientes: Nuscaa Cerámicas entrega personalmente un kit de herramientas para modelar el barro que, con posterioridad al estado de alarma, podrá terminar de trabajarse en su taller; la librería El Armadillo Ilustrado recomienda libros a través de sus redes sociales y comparte dibujos —de diseño propio— para colorear por los más peques durante el confinamiento; muchos establecimientos de alimentación también están entregando sus productos a domicilio: Ohrigen, La Española, Herbolario San Pablo…
Y desde mi escuelita, El Laboratorio de Sueños, continuamos impartiendo talleres online de escritura creativa a través de plataformas de videoconferencia, además de lanzar retos de escritura en nuestras redes sociales.
Algunos ejemplos
Así es, son tiempos complicados para todas las personas. También para el pequeño comercio. No lo vamos a negar. Tras las etapas de negación y rabia —como en todo duelo— llegan la aceptación y resiliencia. Y el pequeño comercio de El Gancho tiene el culo pelao de resistir, trabajar, crecer, ilusionar… junto a sus vecinos y vecinas.
Como, por ejemplo, El Gancho Coworking o la Peluquería de Isabel Labat, que en la actualidad tienen cerrados al público sus establecimientos y no pueden —por la propia idiosincrasia de sus negocios— ofrecer sus imprescindibles servicios, siendo testigos directos de cómo las medidas económicas lanzadas hasta el momento por las instituciones son escasas o poco adaptadas a las necesidades específicas del pequeño comercio, sea este del sector que sea.
Pero desde el pequeño comercio de El Gancho afrontamos el presente y futuro con todas las fuerzas que hemos ido entrenando desde nuestros inicios como emprendedores/as. Ofreciendo nuestros conocimientos y habilidades por el bien y la salud común. Sobre todo, esperándote en nuestros locales, con los brazos abiertos; eso sí, a metro y medio de distancia, con mascarilla y guantes, para protegerte. Deseamos que vuelvas todas las veces que nos necesites, porque conocemos tu nombre, sabemos qué te gusta y qué no te gusta, reímos contigo cuando las cosas te van bien o mostramos nuestro hombro cuando te van regular.
Porque eres nuestro vecino/a y somos tus vecinos/as. Y porque nuestro pequeño «gran» comercio es —y seguirá siendo— tu casa.
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