Mi primera experiencia con sociedades abiertas y colaborativas sobrevino por casualidad durante mi estancia de Erasmus en la ciudad de Copenhagen. En esa Universidad, los estudiantes habían creado una serie de servicios autogestionados y colaborativos donde aquellos que deseaban colaborar dedicaban parte de su tiempo a la gestión de espacios compartidos como bares con zonas de recreo o bookcrossing. Lo más curioso de esto, analizándolo años después desde la perspectiva de un ciudadano cuyo Estado está en crisis, era observar cómo la tendencia de la colaboración resultaba algo natural, más allá del discurso, para muchos de los estudiantes de la universidad de ciencias sociales y en un país que gozaba de una buena salud económica. Todavía resulta más paradigmático el ejemplo cuando te dabas cuenta de que la confianza era el motor de aquel bar, tú podías hacer uso de todos los recursos y pagabas sin control alguno en una cesta abierta llenas de monedas.
La colaboración, que en tiempo de crisis no solo es necesaria sino urgente, también puede potenciar la creatividad de los procesos de participación y encaminarlos al diseño de las acciones y dinamizaciones. Así, a principios del mes de Mayo, convocamos a más de 20 emprendedores a una reunión colaborativa donde hablar sobrre las necesidades del barrio, de sus comercios y de las problemáticas en general del comercio creativo del Casco, de su visibilidad frente a las grandes superficies, de las acciones concretas que generaran pequeñas “acciones de guerrilla” para sus impulsar y apoyar a sus creaciones y sus tiendas. En esta reunión pronto nos pusimos a debatir cuáles serían las principales lineas maestras de una acción que diese visibilidad a estos comercios. Unión, colaboración, comunicación y visibilidad eran objetivos que todos señalaban como importantes.
Nosotros sólo actuamos como facilitador de la imaginación e innovación de decenas de emprendedores cuyo objetivo es sacar adelante su comercio y sus creaciones “Made in Zaragoza”.
Desde el equipo de Zaragoza Activa que impulsamos Made in Zaragoza, no hemos inventado nada nuevo, simplemente hemos generado el entorno, el caldo de cultivo, para que a partir de ideas y procesos que se estaban replicando en toda Europa, podamos adaptarlos a la idiosincrasia de nuestra ciudad.
Otra de las cosas que aprendí de mi estancia en aquel país de Escandinavia es a recuperar los espacios públicos para el ciudadano. Allí parques, plazas y calles son ocupados cada fin de semana desde que sale el sol en primavera hasta que se va definitivamente para dar paso al largo invierno. Made in Zaragoza es una agenda de acción, una palanca de cambio para el impulso de sociedades más abiertas, pero sobretodo es ocupación del espacio público a través de procesos de participación y dinamización económica y cultural. Made in Zaragoza busca pequeñas victorias rápidas dentro de una estrategia general de cambio de paradigmas económicos.
Por eso las propuestas Made in Zaragoza en La Magdalena y Las Armas permitirán que tiendas creativas de la ciudad no solo potencien y den visibilidad al pequeño comercio, estarán haciendo realidad el pequeño comercio y lo harán a través de compartir sus habilidades, demostrando cómo funcionan, exhibiendo los procesos creativos a través de talleres… Esta es la razón por la que muchos domingos van a ser días diferentes en Zaragoza. Frente a lo estandarizado, multitud de comercios te enseñarán porqué son auténticos.
”Y en la calle codo a codo somos mucho más que dos.”