Cristiano Ferri es Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Estatal de Río de Janeiro… y empezó a trabajar en la Cámara de Diputados brasileña a los 18 años. En sus propias palabras, “la idea que tenía era conocer bien el proceso legislativo, es decir, cómo funciona ‘la fábrica de leyes'”.
Después de terminar su máster en Política Públicas (en la Queen Mary College de la Universidad de Londres), centró su carrera en desarrollar procesos de innovación ciudadana. Ya en 2008 un proyecto experimental de desarrollo de comunidades virtuales implicadas en el proceso legislativo. La idea: que un diputado pudiera abrir a la gente una discusión de manera virtual, sin mediadores, rompiendo el modelo de “representación” tradicional y potenciando la comunicación directa entre políticos y ciudadanía, a través de una conversación más abierta. En definitiva, utilizar la inteligencia colectiva para agregar valor al proceso legislativo.
Entre otras cosas, en su palmarés, cuelga la medalla de ser el creador del portal de participación ciudadana e-Democracia de la Cámara de Diputados del Brasil y gerente de gran parte de proyectos 2.0 relacionados con la transparencia, parlamento abierto, participación ciudadana digital y otras acciones para la ciudadanía como maratones hackers, como por ejemplo el LabHacker. Os lo admitimos… ha sido un verdadero gustazo entrevistarle. Hoy en #ComunidadZAC os trasladamos una de esas conversaciones ricas, profundas, de las que no se tienen habitualmente…
En este vídeo podéis ver un extracto de la entrevista, pero la transcripción completa la podéis encontrar más abajo 😉
Entrevista a Cristiano Ferri (LabHacker, Brasil)
Zaragoza Activa (ZAC): ¿Cómo surge LABHacker?
Cristiano Ferri (CF): Los primeros proyectos “piloto” de participación ciudadana que desarrollamos en 2008 fueron un auténtico fracaso. Por ejemplo, iniciamos la discusión sobre el cambio climático y la gente y los diputados no llegaron a participar, a involucrarse… Pero no desistimos, y más tarde encontramos diputados más jóvenes que sí que creían en este modelo…. y llegaron los primeros éxitos.
Con el caso de Juventud, empezamos a ver una oportunidad real de experimentar en el Parlamento nuevos modelos, nuevas vías de conversación digital. A veces simplemente realizamos un mapeo de los sentimientos de la ciudadanía, de sus problemas; otras veces, foros más especializados de participación, smart-crowdsourcing…
Los ciudadanos pueden ayudar a aportar soluciones, a detectar problemas, a elaborar los textos legislativos… Empezamos a añadir complejidad y a hacer más completos los procesos políticos.
Con la explosión del movimiento de indignados de Brasil (similar al 15-M u Occupy Wall Street), la gente tenía claro cuáles eran las cosas que NO querían: no querían unos servicios públicos de esa calidad, una política de esa forma… Ello nos permitió desarrollar en 2013 una hackaton (una maratón hacker) dentro del propio Parlamento. Fueron cinco días intensos y con momentos de colaboración verdaderamente efectivos: los diputados se implicaban, empezaban a entender lo que eran los “datos abiertos”… y muchos sintieron las ventajas políticas de fomentar la colaboración y la transparencia en los procesos políticos. Tanto fue así que el propio Presidente se comprometió a crear en el Parlamento un espacio permanente de colaboración, transparencia y datos abiertos.
Este fue el inicio del Laboratorio Hacker, y ya en 2014 el resultado de los procesos participativos y colaborativos se comenzó a implementar en las políticas públicas del país. Comenzamos a construir un Parlamento abierto, del siglo XXI, 100% transparente y facilitando la comprensión de estos procesos. Es un proyecto que empodera a la ciudadanía y que fomenta la participación ciudadana, haciéndoles parte del proceso legislativo.
ZAC: ¿La era digital ha cambiado la participación? Y, si es así, ¿cómo ha afectado todo esto a la política brasileña?
CF: La participación ciudadana hoy ha cambiado bastante con respecto al siglo XX. Ahora podemos tener diversos tipos de participación, como “micro-participaciones” ciudadanas, de acuerdo con la capacidad, el deseo y la oportunidad de contribuir de los ciudadanos.
Es un desafío para nosotros (funcionarios, políticos, personal que trabaja en el proceso legislativo…) crear oportunidades para poder aprovechar todo tipo de aportes de la ciudadanía. Hay ciudadanos que pueden participar como testigo de los problemas, pero también hay otros que pueden participar de una forma más técnica, es decir, especialistas que pueden contribuir en políticas específicas del ámbito en el que tienen experiencia y formación. Esto permiten enriquecer, ya no sólo políticamente, sino también técnicamente la construcción legislativa. Abrir la posibilidad de dar solución a un problema de una forma más innovadora y, sobre todo, más creativa.
Después de ocho años trabajando en el ámbito de la participación ciudadana, yo creo que la clave de conseguir esto es poder fragmentar los procesos participativos en diversas formas de participación, en diversos momentos y para diversos públicos. Es una forma de fomentar una participación masiva pero considerando la complejidad y la diversidad de la sociedad.
ZAC: El LABHacker se configura como un espacio para desarrollar nuevas aplicaciones digitales para hacer más visuales e intuitivas las informaciones legislativas. ¿Es importante simplificar el lenguaje en el poder?
CF: Tenemos hoy mucha más transparencia que hace 30 años, y queremos mucha más que la que tenemos hoy. Por supuesto hay que seguir trabajando en ofrecer una mayor transparencia, una mayor cantidad de datos abiertos, pero también hay que tener en cuenta dos cuestiones que yo creo fundamentales: por un lado, hay que reducir la complejidad del proceso de políticas públicas (sin que sea demasiado, ya que estos procesos son innatamente técnicos); y por otro lado, tenemos que hacer un esfuerzo de comunicar todos estos procesos de una forma más “amigable”, de una manera más “humana”.
Hay un problema en la comunicación de lo que es la política “plástica”, vacía de contenidos, pero también hay un problema en la comunicación de la política de los funcionarios. Esta última, pese a que se puede encontrar con más o menos facilidad en los portales oficiales, sin embargo, representan una forma “muy cuadriculada” y “demasiado técnica” de comunicar. Hay que aprender a comunicar de una manera que la ciudadanía comprenda en qué consisten estos procesos. Es algo imprescindible para abrir la política y que no estamos haciendo.
ZAC: ¿Son un buen medio las redes sociales para favorecer la participación?
CF: Facebook se creó inicialmente para vender publicidad segmentada, y parece que ello no favorece inicialmente crear un espacio de consenso y de participación. Está claro, sin embargo, que hay que ir a donde está el pueblo (que es Facebook), pero hay que invitarles desde allí a utilizar nuestras propias plataformas de participación, que son canales “más formales” para ello.
Esto es un poco como la idea de McLuhan, de que “el medio es el mensaje”. Es esencial preparar un medio que favorezca un espacio para la discusión. El Parlamento debe ser para eso: favorecer un espacio para el consenso. Podemos pensar un día que ya no serán necesarios los parlamentos para participar, pero para ello debemos avanzar en el desarrollo de plataformas digitales que favorezcan el consenso. Si no apostamos por esto, crearemos otro tipo de “democracia” basada en Facebook que posiblemente sea peor que la que tenemos hoy.
ZAC: La crisis del modelo representativo que vivimos hoy, ¿está favoreciendo el desarrollo de formas de participación más directas?
CF: Si es cierto que podemos pensar ya en formas de participación más directas… pero también en modelos “más mezclados”. Más posibilidad de aportar directamente, pero también con un porcentaje de representación.
Por ejemplo, a mí me gusta mucho la idea de la democracia líquida. Se puede participar virtualmente en discusiones sobre políticas públicas, pero también delegar tu voto para participar a través de otra persona en la que confías, de una forma más temporal, temática y no tan “total” como hoy en día. Una democracia en la que no delegues tu participación para todos los temas en una única persona. Yo creo que en el futuro podemos llegar a algo así, pero es necesario previamente potenciar los datos abiertos y canales de participación a través de Internet.
Un pensador inglés llamado Edmund Burke decía que una vez el ciudadano delega el voto, tiene que dejar trabajar al diputado en paz y “no molestar” mientras dure el mandato. La idea de ciudadanía en este caso es de una ciudadanía apática, que no tiene interés por participar, de que “trabajan y están cansados” y de que no tiene la información necesaria para participar. Es decir, la idea de la profesionalización de la política: un diputado es un técnico que tiene unos conocimientos técnicos, legislativos, que los ciudadanos no tienen y que no están preparados para ello.
Internet ha cambiado radicalmente esta idea de “ciudadano”. Ahora tenemos muchas más información (incluso especializada), tenemos más tiempo para invertir en participación política y de manera más micro. La idea de representación “total” está siendo deconstruida por las posibilidades que ofrecen las plataformas digitales.
Todo esto nos está forzando a desarrollar otros tipos de representación, o como mínimo un Parlamento mucho más abierto. Tenemos que contribuir desde dentro de las instituciones a potenciar este tipo de transición entre modelos, aunque sea más lento.
ZAC: ¿Tendemos hacia la desaparición de las relaciones directas por una relación mediada por la tecnología?
CF: La tecnología no es neutra, es decir, el cómo se organiza la información en las diferentes plataformas digitales, genera diferentes resultados. No es lo mismo Facebook que Twitter, ni Instagram que un portal institucional, ya que generan diferentes lenguajes y diferentes tipos de participación y de discusión.
Tenemos que diseñar tecnologías “humanizadas”. Hoy en día hay un gran movimiento maker en este sentido, de sacar la tecnología del formato “pantalla” y que sea más “vestible”. Por ejemplo, los hologramas permitirán videoconferencias más humanizadas, ya que nos permitirán un contacto directo visual con la otra persona e, incluso, sentir reacciones, la energía que transmite, que de otra forma no podríamos.
Yo soy muy optimista en este sentido: creo que en el futuro vamos a tener tecnologías mejores, más amigables, basadas en diseños participativos que favorezcan la conexión directa entre personas. Pero no veo que estas nuevas tecnologías sustituyan directamente la conexión persona-persona.
Creo que en el futuro tendremos las mismas conversaciones de bar (como teníamos hace 1.000 años), pero agregaremos nuevas formas de conexión. Será un mundo más mezclado, complejo, diversificado… y así mismo en lo que respecta a la Comunicación.