El Reverse mentoring o mentoring a la inversa, lo introdujo hace más de 15 años Jack Welch, cuando era presidente de General Electric, al entender y asumir el peligro de la brecha que Internet abría en la compañía si no se actuaba rápido, especialmente entre los directivos y los perfiles ocupados por las personas más jóvenes. Fue entonces cuando 500 ejecutivos de General Electric tuvieron que buscar “entrenadores” de Internet entre los empleados más jóvenes y el propio Welch fue el primero que dio ejemplo como alumno.
Por definirlo de una forma coloquial y entendible por todos, el mentoring a la inversa es el proceso de acompañamiento de un perfil joven a una persona senior o directiva para enseñarle aquellas competencias, conocimientos y perspectivas de otra generación diferente a la suya. Es decir, se trata de que una persona directiva aprenda cosas de otras personas con un perfil más júnior y, así, potenciar que cualquier persona pueda enseñar y/o aprender de otro, con independencia de su edad, rol, etc.
No podemos negar que, al menos en España vivimos un verdadero boom con la figura del mentor. Esta figura, generalmente, se asocia a una persona con amplio periplo profesional a sus espaldas. Esto suele ir asociado a personas de más de 35 0 40 años. Este tipo de mentor acompañará a personas más jóvenes o carentes de experiencia empresarial o profesional.
Personalmente, las generalidades no me gustan y siempre digo que el éxito o fracaso dependerá de cada caso. Por ejemplo una persona que ha creado su startup con 20 años y ya lleva 6 años con ella, puede ser, a sus 26 años, un estupendo mentor de una persona de 46 años que esta en proceso de montar su primera empresa. Evidentemente, este tipo de casos son más minoritarios, es decir, que las personas con más experiencia suelen ser las que ya tienen más años. No olvidemos que a veces cuando uno es joven piensa que lo sabe todo y que nadie es capaz de enseñarle nada nuevo. Si vas con ese tipo de actitud la vida, tarde o temprano, te pondrá en tu lugar.
Es evidente que el mentoring a la inversa es una tendencia anglosajona que tiene muy buena acogida en las empresas grandes o multinacionales. En España, por desgracia, es algo minoritario que no se ha extendido en exceso. Me parece algo muy interesante que se debería introducir cada vez más en todas las empresas. Es más, dentro de los programas de emprendimiento, debería existir este tipo de acompañamiento que permitiría a las personas que ocupan puestos de responsabilidad ver las cosas desde otro prisma.
No puedo negar que, hablando desde mi experiencia, en toda relación de mentoring las dos partes deben aprender cosas porque, de lo contrario, vamos mal. El aprender no tiene edad y a todos nos quedan muchas cosas por aprender.
El mentoring tiene mucho que ver también con competencias concretas y, a priori, las competencias digitales van con las generaciones recién incorporadas al mercado laboral; generalmente, hablamos de la generación Z y la generación Y. Por otro lado, las personas pertenecientes a la generación X y a la generación Baby Boomers no han nacido con la eclosión actual de las nuevas tecnologías. Estas dos ultimas generaciones hemos tenido que hacer un esfuerzo brutal para desarrollar nuestros conocimientos tecnológicos, esto hace que nuestro proceso de asimilación, adaptación y evolución sea diferente. En muchas ocasiones el mayor freno a esa mutación de conocimientos viene de la mano del miedo al cambio. Las personas somos de hábitos y nos da mucha pereza salir de nuestra zona de confort. Aunque puedo aseverar que la mejor forma de aprender nuevas cosas es dando un paso al frente y saliendo de nuestra zona cómoda de seguridad.
También es cierto que dentro del mentoring y del mentoring a la inversa las personas que reciben el acompañamiento deben estar convencidas que pueden aprender cosas nuevas de otros. Algunas personas que ocupan puestos de responsabilidad en una organización piensan que nadie les puede enseñar nada nuevo. No se puede negar que esas personas saben muchas cosas, sin embargo, todavía les queda mucho por aprender y depende de cada persona el estar dispuesto a ello o no.
Entre mentores y mentorizados debe existir una gran dosis de actitud positiva por vivir al máximo esa nueva experiencia.
El mentoring a la inversa es una buena figura porque nos hace comprender que todo tiene diferentes puntos de vista y que, a veces, lo más minoritario puede ser mejor que lo mayoritario. La clave está en aplicar lo más adecuado a las necesidades de cada organización o persona.
Es una nueva figura que está comenzando en España y veremos hasta dónde llegará, pues el carácter español difiere mucho del americano y no siempre todo lo que viene del otro lado del charco triunfa.
Este es un tema que da para mucho debate y me gustaría conocer vuestra opinión al respecto.