Con el paso a la sociedad industrial, se empezó a plantear ya el debate sobre la responsabilidad social del trabajo de reproducción y, aunque en distintos términos que en los actuales, se examinó también el papel que en ello correspondía a lo privado y lo público (a la familia y al Estado); así como la contribución de hombres y mujeres.
Para responder a estas cuestiones, el pensamiento económico feminista, ha mostrado desde hace décadas, que las tareas de atención y cuidado de la vida de las personas son un trabajo imprescindible para la reproducción social y el bienestar cotidiano. Trabajos que se realizan, normalmente, en la esfera privada y, mayoritariamente, por mujeres. Para que lo entendamos mejor, un ejemplo sería, mi madre me alimentaba, me vestía, me llevaba al colegio, etc, mientras mi padre desempeñaba su empleo fuera de casa, hoy en día, este trabajo lo realizan muchas abuelas, abuelos y familiares cuando los padres trabajan fuera del hogar. Sumado a esto, en el ámbito público, el déficit de cuidado se ve -entre otros indicadores- en la insuficiencia de atención que prestan las políticas sociales a la situación de las madres y padres solos con niñas pequeñas, de nuestros mayores, de los y las enfermas, de las personas con diversidad funcional, entre otras.
Asimismo, tampoco se atiende las necesidades de la diversidad de personas que realizan estos trabajos y de los y las cuidadas. Aquí, es importante resaltar que es un trabajo que se guía por una lógica del cuidado, es decir, su objetivo directo es la satisfacción de las necesidades. Por lo tanto, es un trabajo que implica un fuerte componente afectivo y relacional; no se trata únicamente de prestar un servicio, ya que se crean redes sociales y hay emociones implicadas.
Desde esta mirada a lo privado y a lo público, podemos decir también, que las redes de cuidado las conforman las personas que dan cuidado y las que lo reciben (es decir, todas las personas en nuestros roles de cuidadoras y cuidadas), así como los actores institucionales, los marcos normativos y las regulaciones, la participación mercantil y también la comunitaria.
Todo esto es lo que representa la metáfora del iceberg, en el que bajo el mercado laboral, en el que sólo el trabajo asalariado se reconoce como trabajo, existe una inmensa cantidad de trabajo humano no pagado, precario e invisible, que resulta absolutamente imprescindible para que el mundo funcione. Es aquí donde nos tenemos que preguntar ¿Qué pasaría si hiciésemos una huelga de cuidados? Qué la base del iceberg económico que sustenta este trabajo invisible se resquebrajaría y el efecto multiplicador sería espectacular; las personas tendrían que reorganizar sus tiempos, dedicaciones y actividades con otro criterio diferente al que actualmente usamos.
En este sentido, lo que pretendo a la hora de llevar a cabo mi proyecto como MIE, es generar una Red de Cuidados en la ciudad de Zaragoza tanto física, como en formato web, para poner en el centro del sistema, la sostenibilidad de la vida. La finalidad que persigue es la de poder crear colectivamente una nueva comunidad, que diseñe nuevas formas de cuidar y nuevos servicios de forma común, rechazando los mercados y lo monetario como el eje del análisis, poniendo en su lugar, el mantenimiento de la vida y el tiempo de vida.
Asimismo, esta red estará formada tanto por personas que cuiden (amas de casa, profesionales en ámbitos de la educación, de la sanidad, empleadas domésticas, entre otras), como por personas que necesiten cuidados (ancianas/os, personas dependientes, colectivos más vulnerables conforme al sistema de cuidados actual…), entidades públicas y privadas vinculadas a este sector, asociaciones, colectivos sociales y cualquier persona que quiera formar parte de la misma. No obstante, esta red de cuidados será dinámica, por ese mismo motivo, puede ser transformada conforme a las necesidades de las personas que participen.
Para la consolidación de la red, realizaremos diferentes talleres que tendrán lugar una vez al mes a partir del 5 de abril en La Azucarera-Zaragoza Activa. En ellos, desarrollaremos nuevas ideologías y prácticas que permitan ofrecer nuevas alternativas al sistema de cuidados actual, además de planificar conjuntamente actuaciones orientadas a integrar el cuidado en el discurso público, visibilizar su importancia y transformar su actual organización social hacia un modelo más equitativo.
Finalmente, la incorporación de la lógica de los cuidados en el planteamiento y desarrollo social de Zaragoza a través de la creación física y digital de una red, implica que la ciudad sea más vivible, más equitativa, más inclusiva y más adaptada a las necesidades de cuidados de la ciudadanía.