La vida actual parece ir más deprisa que nunca. Vamos todos como pollo sin cabeza, con los días llenos de ocupaciones profesionales, familiares y sociales, y cambios, muchos cambios. En lo profesional parece que para que seamos productivos tenemos que tener todo el tiempo del mundo ocupado. Siempre tenemos algo que hacer y da la sensación de que no podemos estar quietos, descansando y sin hacer nada.

Mucha gente no quiere parar porque eso supone escucharse, analizar, pensar, reflexionar y darse cuenta de lo que estás haciendo con tu vida. Lo más cómodo es vivir en piloto automático para no poder pararse a pensar lo que se hace, porque tus objetivos en todos los ámbitos hace tiempo que olvidaste cuáles eran. Es responsabilidad de cada uno dedicarnos tiempo a nosotros mismos; eso no es ser egoísta, sino saber priorizar.

Responsabilidad en el cambio

Muchas veces la vida tiene preparados otros planes para nosotros y aunque tú no quieras parar, lo tienes que hacer porque algún acontecimiento que no estaba en tu planificación te obliga y tienes que recomponerte de forma improvisada, porque la vida sigue. Puede ser un cambio profesional en forma de despido, cierre o cambio estructural.

También puede tener forma de cambio familiar, crisis existencial, perdida de un familiar, ruptura de pareja u otras cuestiones. En otras ocasiones surge una crisis vital, con ansiedad o depresión, con un vacío de por medio… y parece que  el mundo se te cae encima. En estos casos toca parar a respirar y encontrarte a ti mismo. Lógicamente, lo mejor es que puedas decidir parar o cambiar, por tu bien. Siempre tenemos esa opción, aunque en la mayoría de las ocasiones escuchamos a todo el mundo menos a nosotros mismos.

Sea como sea ese cambio, lo mejor es que en esas rupturas forzadas o naturales, te pares a pensar en qué quieres hacer con tu vida a partir de ese momento.

Pero no es fácil. No todo el mundo se puede permitir tomarse un tiempo para sí mismo porque muchas veces nuestras circunstancias económicas, familiares y personales nos marcan el camino a seguir. Mucha gente tiene que seguir para sobrevivir y no puede dar un giro radical a su vida. Igual se pueden tomar rutas secundarias que le permitan a uno seguir sobreviviendo y comenzar ese cambio que necesita, aunque le haga llevar un ritmo más lento.

¿He oído cambio?

Aquí te dejo algunas recomendaciones para que te puedas plantear de la forma más adecuada cómo tomarte un período sabático:

Primero. – Que te quede claro que un año sabático no es solo para tomarte vacaciones sino para hacer cosas diferentes, para dar un nuevo rumbo a tu vida, un cambio vital que necesitas y quieres explorar o porque sientes que estás haciendo con tu vida de todo menos lo que realmente quieres hacer. Nunca es tarde para intentar hacer lo que realmente deseas, asumiendo que no será cómodo y que supondrá muchos sacrificios y adaptaciones por tu parte. Lo único es que tú has decidido dar ese cambio de guion o de registro en tu vida.

Toca analizar antes de avanzar

Segundo. – Debes analizar bien, si puedes permitirte ese parón, ese cambio o esa experimentación. Se trata de que te plantees estas cuestiones: ¿qué recursos económicos necesitas para acometer esos cambios? ¿Cómo puedes conseguir esos recursos económicos en caso de necesitarlos? Por eso, en ocasiones, va bien ir ahorrando dinero para poder dedicarte ese tiempo para ti porque, al final, los demás son importantes, aunque eso no puede suponer que te olvides de ti, que eres la persona que siempre estará contigo en lo bueno, regular y malo que te toque afrontar.

Tercero. – Debes tener claro qué proceso debes seguir para materializar ese cambio en tu vida. Esto supone plasmar qué pasos o acciones lógicas tienes que ir haciendo para ir en esa dirección, aunque para esto, debes tener asumido de dónde partes. Imagínate que estudiaste una ingeniería y llevas dos años ejerciendo como ingeniero civil y ahora quieres ser médico. Supongo que ya sabes que tendrás que estudiar el grado de medicina (asumiendo que no es fácil acceder a ese grado), hacer el MIR y todo ese proceso habitual y necesario para ejercer esa profesión. Este cambio, por ejemplo, es a largo plazo y supondrá estar muy concienciado, porque surgirán infinidad de dificultades, aunque con voluntad todo es posible. Con esto quiero mostrarte que debes asumir la envergadura del cambio; algunos son más sencillos y no requieren poner tu vida patas arriba.

Paso a paso

Cuarto. – En ocasiones debes elegirte a ti y para eso tienes que parar. Esto supone escucharte para ver qué necesitas, hacia dónde debes ir y ver todas las cuestiones que debes tener en cuenta. Por eso, para evitar esas crisis vitales, fruto de ignorar la realidad, te recomiendo que te escuches bien siempre. Porque cuando algo no funciona, ignorarlo nunca es la solución. Ese problema volverá en un futuro, y posiblemente no en forma de tormenta sino de huracán, por no haberle prestado atención antes.

Quinto. – La vida no es una ciencia exacta, es decir, que la prueba/error es la única forma de saber lo que queremos y necesitamos. Mucha gente no tiene claro lo que quiere hacer con su vida tras cursar unos estudios determinados. La vocación cuesta encontrarla, aunque eso no te debe hacer conformarte con lo primero que aparece en tu vida; te toca seguir luchando, porque muchas veces sabemos lo que no queremos o necesitamos. Eso sí, no tenemos ni idea de hacia dónde tirar. Es por ellos que tendrás que ir experimentando y esto supone probar cosas, para descubrir tu lugar genuino.

Sexto. – Tomarse un año sabático no tiene que suponer romper con todo, puedes dejar parada una faceta de tu vida profesional con fórmulas existentes como las excedencias para probar y luego ya tomar decisiones más transcendentales. La vida es probar caminos y luego siempre tienes tiempo de volver atrás si fuera preciso y si realmente es lo que quieres.

Toca asumir…

Debes asumir que tu vida es tuya y la tienes que vivir por ti. Veo en ocasiones como miembros de la familia quieren que lleves la vida que ellos quieren que lleves, sin darte margen de maniobra. Puede que lo hagan con buena intención. Lo único es que debes tomar tus propias decisiones, meter la pata, equivocarte, saber buscar soluciones y seguir transitando el circo de la vida. Muchas veces basta que alguien te diga algo para que hagas todo lo contrario. No podemos pretender que otros decidan por nosotros y, además, echarles la culpa a ellos si no nos salen las cosas como queríamos.

Si algo no te llena en tu vida debes ejecutar acciones para cambiarlo, porque lo que no cambia nada es quejarte y decir “¡qué complicado es todo!”. Muchas veces nos complicamos la vida y vemos cómo va pasando sin hacer nada. Los cambios no llegan por si solos, nos toca hacer cosas para conseguir esos cambios, evoluciones y giros en nuestras vidas.

Intuición e insinto

Te recomiendo que te dejes llevar por tu intuición e instinto. Esto no quiere decir que no te equivoques; en ocasiones sabes que tienes que hacer eso o ir por ahí aunque no sepas explicar las razones. Déjate llevar para ver a dónde te lleva la vida. No puedes pretender saber todo lo que tienes que hacer o tener programado cada paso de tu vida.

Lógicamente esos años sabáticos son más fáciles de tomárnoslos cuando estamos comenzando nuestra vida profesional porque no tenemos ataduras vitales, familiares ni personales. Luego es posible hacerlo, aunque eso supone involucrar a muchas personas para poder llevar a cabo ese cambio. Lo que está claro es que si algo no te gusta estás en tu derecho de intentar cambiarlo, porque no olvides que, de momento, que sepamos, solo tenemos una vida y ésta es aquí y ahora. Debes ser el protagonista de tu vida y no adoptar un papel secundario, viendo cómo otros deciden que tienes que hacer.

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