Ya vamos regresando poco a poco del verano. Este año empezó siendo extraño y las vacaciones no han sido diferentes. El 2020 es el año de los ‘no planes’, toca ir sobre la marcha, adecuándose a lo que va surgiendo. Por eso hoy en BlogZAC tratamos de arrojar algo de luz sobre un tema de actualidad como es el futuro de la formación en las empresas.
La pandemia covid-19 nos acompañará una buena temporada tal y, como vamos viendo, con el tiempo van desarrollándose las diferentes olas. Parece que ahora todo son excusas a causa de este nuevo actor en nuestras vidas para no hacer nada. Y todo lo contrario. No podemos quedarnos quietos esperando a que todo vuelva a lo de antes; esto nos haría quedarnos fuera de juego. Toca continuar con nuestras vidas, adaptándonos a las nuevas circunstancias favorables y adversas.
Todos, en mayor o menor medida, hemos sufrido afecciones; toca intentar remontar. Por eso, la reinvención en este año es algo que tocará hacer a las empresas, a las instituciones y, como es de esperar, a los individuos. Es momento de analizar qué se puede hacer de otra forma para obtener resultados satisfactorios para nosotros o nuestra organización.
España era un país presencialista respecto a la formación, es decir, nos gustaba (creo que sigue siendo así) tener contacto con los formadores y con el resto de personas que reciben la formación. Habitualmente la formación la hemos vinculado a estar físicamente varias horas interactuando y adquiriendo esos conocimientos. La tele formación era algo residual aunque, con el confinamiento, se dio un vuelco de 180º, pasando a ser la única posible, desapareciendo la formación presencial por la imposibilidad de realizarse con garantías de seguridad. Muchas personas ansiaban que llegase septiembre para volver a lo de antes; sorprendentemente, septiembre está aquí y estamos lejos de esa situación. Los colegios empiezan en breve a toda máquina pero, ¿por cuánto tiempo?
Y es momento de buscar respuestas a la pregunta siguiente: ¿qué hacemos ahora con nuestros planes y/o previsiones de formación? Estas son algunas de mis reflexiones o ideas que se me ocurren.
Primero. Toca adecuar tus acciones formativas, contenidos, metodologías, ejercicios e interactuación al formato online. Es buen momento para replantearos todo, es decir, formularte estas preguntas: ¿Qué contenidos formativos necesitan mis empleados? ¿Cómo conseguir que apliquen lo aprendido en su puesto de trabajo? ¿Cómo acompañamos en esa integración y aplicación de los contenidos tras la finalización de cada acción formativa? Uno de los grandes problemas de la formación es que no se hace seguimiento real de la aplicación, integración y utilidad de la misma por parte de los alumnos. Quizá va siendo hora que experimentéis con fórmulas para poder hacer en plan piloto inicialmente con algún curso.
Segundo. Vivimos hace tiempo en la época de aprendizaje constante. Tenemos que estar aprendiendo a lo largo de toda nuestra vida para no quedarnos obsoletos en nuestras sapiencias. Esto supone asumir que tenemos que descartar aprendizajes que nos han servido en el pasado para dejar hueco a otros nuevos que son necesarios en la actualidad para avanzar a nivel profesional. Esto conlleva luchar y educar a nuestras personas a esa resistencia innata al cambio. Aun muchas personas siguen pensando que ellos ya lo saben todo sobre una materia, sector, disciplina y no están dispuestos a poner en duda nada de lo que contiene su disco duro mental y experiencial. Por supuesto que lo que uno ha adquirido es valioso, aunque con limpieza, adecuación y actualización constante. Nos toca preparar a nuestras personas para ese cambio.
Tercero. La formación cada vez tiene que enfocarse mucho más a perspectivas colaborativas, experienciales, vivenciales y puesta en común. El formador debe ser cada vez más un facilitador de las sesiones, en donde guía, prioriza, reorienta y cuestiona las cosas, sin olvidar de verificar con ejercicios, dinámicas y debates que los objetivos didácticos se han alcanzado de forma satisfactoria y reforzar los que queden flojos. Las clases magistrales de un formador orador con escasa participación de los alumnos no ayudan a fomentar el aprendizaje. Se tiene que buscar la interacción constante y romper los esquemas preconcebidos. Una formación cumple parte de su esencia cuando consigues que los alumnos reflexionen y pongan en duda sus propios conocimientos.
Cuarto. Tenemos que utilizar nuevos recursos innovadores y diferenciadores. Utiliza el vídeo mucho más; el material no tiene por qué ser todo escrito en donde requieras que el alumno lea. También puedes usar vídeos y podcast para que alumno te vea y/o escuche. Es una forma más amena y disruptiva. La clave saber alternar textos, vídeos y podcast en su justa medida. Las empresas tienen que arriesgarse y experimentar sin perder el foco de esas acciones formativas.
Quinto. Las formaciones de 10, 15 o 40 horas de teoría, aunque con enfoques prácticos, cada vez tienen menos sentido. Las personas necesitan píldoras concretas donde se vaya al grano con información de valor y que se dedique más tiempo a la aplicación, práctica e integración de esos conocimientos por parte de los alumnos. Recibir un curso de 60 horas de Excel no nos garantiza que, aunque los alumnos acaben el curso, lo sepan utilizar si no ponen en práctica lo aprendido. Muchos alumnos tienen la voluntad de hacerlo aunque luego no lo suelen materializar. Tenemos que ir a sesiones cortas, productivas y profesionales.
Sexto. Potenciar que los alumnos participen mucho más, que tengan voz, pregunten, reflexionen, cuestionen y tengan curiosidad por saber más. Hoy en día, también se da el perfil que pone en duda al formador. Si se tienen argumentos sólidos y coherentes… ¿por qué no? Pero quizás no sea en un curso donde enfrentarse. Siempre se puede hacer en privado. Hay quienes quieren retar y poner en evidencia a los formadores; esto no es tener ganas de aprender sino de poner trabas sin razón alguna.
Séptimo. Implementar otras formas de adquisición de conocimientos formales e informales. Todas vuestras personas saben cosas ¿Por qué no crear un sistema corporativo que les permita enseñarse unos a otros? Bien implantado puede ser una fuente inagotable de saber. Además, permite a nuestras propias personas ponerse en valor.
Las formaciones corporativas deben analizar desde ya las necesidades reales de sus personas para que puedan desempeñar su puesto de trabajo con mucha más efectividad y autonomía. Al final, la clave es que la formación tenga sentido y aporte cosas necesarias a las personas que las reciben.
¿Qué futuro le das a la formación corporativa?