“¡Mis redes de personas no me proporcionan lo que necesito!”. Esta es una afirmación muy generalizada. En la mayor parte de las ocasiones, como consecuencia de relacionarse con las personas inadecuadas para alcanzar nuestros objetivos. Otras, sin embargo; tan solo es fruto de no dedicarle el tiempo necesario a la red.
Una excusa también habitual es aducir que no se tienen contactos. Todos conocemos personas y/o nos relacionamos con ellas. Una buena red de personas no consiste en simplemente acordarnos de ellas cuando necesitamos algo; esto suele pasar factura y conseguir que pierdas a muchas de ellas.
Otro matiz a tener en cuenta es que muchas personas no consideran a familiares y amigos como personas de su red de contactos. Todo lo contrario. Son parte importante de tu tribu de personas que te pueden conectar con otras personas interesantes. Una persona de mi red es alguien que me conoce y que yo conozco virtualmente o presencialmente. Un contacto no es una persona que no sabe que existes y, mucho menos, sabe a qué te dedicas. Debes reconsiderar qué personas consideras contactos y si son relleno o son personas de calidad mutua.
La mayoría de las veces, nuestras relaciones personales y profesionales no avanzan porque no se genera esa confianza mutua y, por ende, estas relaciones se quedan estancadas.
Las fases de la confianza son: el acercamiento, la familiaridad y la confianza. Muchas veces queremos inmediatez y rapidez en las relaciones. Que alguien te acepte una invitación virtual en una red profesional es un buen comienzo, pero el siguiente paso es consolidar ese acercamiento para ver cómo fluye. La familiaridad llega con el trato habitual con esa persona para ir conociendo más de esas personas y explorar posibles nuevas conexiones. La cercanía surge una vez que vas colaborando, charlando, interactuando con esas personas, viéndolas en lo bueno y lo menos bueno. La confianza va llegando cuando ves que esas personas cumplen con su palabra, se involucran en los proyectos comunes, van de cara y son profesionales, a pesar de su forma de ser diferente a la nuestra.
Plantéate en qué fase está la generación de confianza con cada una de las personas de tu red, así como el nivel de acercamiento del que partes con cada una.
Aquí os dejo mis recomendaciones para que la confianza con tus personas crezca y avance.
Primero. No todo el mundo puede formar parte de nuestra red. Claramente, no disponemos de tiempo material para todo el mundo. Enfócate en definir y priorizar el tipo de personas que necesitas tener en tu entorno. Muchas veces permitimos que se nos acerque “todo el mundo”, dejando vía libre a que ocurra cualquier cosa. Marca tus reglas con flexibilidad, aunque sin perder el foco. Hace tiempo aceptaba todas las invitaciones que me llegaban en LinkedIn, ahora ya soy más exigente y he marcado mis límites, aprendiendo inicialmente a base de prueba y error. Define tus públicos objetivos prioritarios en función de tu tiempo disponible.
Segundo. Ese acercamiento con las personas interesantes para ti debe ser correspondido. Si no lo es, tendrás que buscar otras personas interesadas en ese acercamiento. Esta fase requiere dedicar tiempo a conocer más de esas personas para ver si encajáis mutuamente y pueden existir conexiones que os unen y tenéis, a priori, la misma forma de ver las relaciones. En esos acercamientos iniciales intenta concretar con flexibilidad próximas acciones. Evita tener mucha expectativa y déjate llevar para ver a dónde llega. Una cosa son tus necesidades y otra cosa lo que la otra parte está dispuesta a asumir.
Tercero. En el acercamiento, todo el mundo es majo, cordial y está dispuesto a hacer muchas cosas. Es en la fase de familiarización donde vamos diferenciando el trigo de la paja entre las personas. Las promesas se deben materializar, probando cierta interactuación en proyectos o actividades comunes para ver cómo responde cada persona y cómo encajáis en el ámbito colaborativo. En ocasiones, no he conseguido esa fluidez profesional necesaria que ha conllevado no seguir adelante. Esto no tiene nada que ver con la valía y profesionalidad de esas personas.
Cuarto. La cercanía nos da una visión más real de cada persona, dejando lo idílico a un lado, comprobando si es una persona que dice una cosa y hace otra totalmente contraria, si es formal o te deja tirado en el último momento. Por supuesto, debemos ponernos en el lugar del otro. Las relaciones con otras personas no son una ciencia exacta y conlleva adaptarnos unos a otros.
Quinto. La confianza suele llegar porque se lo van ganando poco a poco en esa fase de familiaridad donde vas probando, soltando tu confianza a tu ritmo. Cuidado con esas personas que pretenden ganarse esa confianza en el acercamiento previo. Tenemos que saber ir a un ritmo correcto. No olvidemos que todos pasamos por diferentes fases y esto hace que las relaciones profesionales y personales tengan sus fases buenas, regulares y malas. Esto sirve para medir la temperatura de esa relación y comprobar si ambas partes tienen interés en salvar o reconducir esa relación. La vida son etapas y, a veces, te alejas de personas con las que te llevas muy bien porque cada uno atraviesa etapas vitales o profesionales diversas. Esto no supone que no les tengas aprecio, aunque la relación habitual es más esporádica o inexistente en algún momento.
Sexto. Por mucho que conozcas a una persona y tengas mucha confianza, este hecho no exime de sufrir decepciones. Cada uno somos de una forma y, en vez de aceptar a los demás tal y como son, pretendemos que los demás sean iguales a nosotros y esto es irreal e imposible. No obstante, cada uno debe marcar sus límites. No podemos faltarnos al respeto. Tienes que hacerte respetar y tener en cuenta que determinados comportamientos o actitudes no son tolerables. Tú debes marcar la forma en que permites que te traten.
Séptimo. Una persona te demuestra su confianza cuando está a tu lado en los buenos momentos y en los malos, demostrándote que está contigo para acompañarte y escucharte, a pesar de no poderte dar lo que necesitas para encontrar la solución adecuada.
Tus contactos personales y profesionales te deben ayudar a crecer y a mostrar tu mejor versión, no conformándote con lo cómodo. Tu red de personas de valor no es la que te dice solo lo que quieres escuchar sino lo que necesitas, aunque no siempre te guste.
Cada uno de nosotros marcamos la frontera entre nuestros contactos personales y profesionales, aunque cada vez está más difusa y es más flexible.
Y tú, ¿cómo generas la confianza en tus relaciones profesionales?
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