Muchas personas, cuando buscan empleo o un cambio profesional esperan resultados inmediatos sin apenas esfuerzo. Incluso acuden a un orientador u orientadora laboral esperando que les presenten quince ofertas ideales: bien remuneradas, cerca de casa, de lunes a viernes y solo por las mañanas. Está muy bien aspirar a lo mejor, pero hay que trabajárselo. Ten claro que quienes se dedican a la orientación laboral no crean empleos. Los empleos los crean las empresas. A veces hay vacantes disponibles en los servicios de orientación y otras veces no.

Seguro que has escuchado eso de “cualquiera puede dar cuatro consejos y ya está”. Pues no. Lo realmente preocupante no es que alguien quiera ganarse la vida hablando de lo que no domina, sino que lo haga jugando con las expectativas, necesidades y problemas reales de personas que buscan mejorar su futuro profesional.

Lo que necesitas es alguien que se ajuste, en la medida de lo posible, a tus circunstancias y objetivos. Si solo te da recomendaciones generales sobre tu CV o te menciona herramientas comunes que podrías encontrar tú mismo, ese acompañamiento tendrá poco valor.

Te recuerdo una verdad incómoda: un orientador laboral no tiene una varita mágica para conseguirte empleo. ¿Por qué? Porque no generan ofertas. Lo que sí pueden hacer es ayudarte a posicionarte, conectar con las personas adecuadas y estar en el sitio justo en el momento indicado. Y eso, créeme, ya es mucho.

El éxito de una orientación depende en gran parte de la persona que te atiende. Puedes encontrarte con alguien que simplemente te pide firmar, te da un par de consejos y poco más. O puedes dar con alguien comprometido, que te dedica tiempo y te ayuda a diseñar una estrategia sólida. Pero ojo: la responsabilidad final es tuya. Eres tú quien debe ejecutar las acciones acordadas en tu plan de búsqueda. También ten en cuenta que, a veces, el orientador no podrá dedicarte tanto tiempo como quisiera, porque atiende a muchas personas y eso puede afectar a la calidad del servicio.

Aquí tienes algunas pistas para saber si la persona que te acompaña es la adecuada:

PRIMERO. Te ayuda a enfocar tu objetivo profesional y definir una estrategia clara.

Esto no va de “a ver qué sale”. Debes abrirte, contarle lo que te gusta, lo que no, lo que buscas y lo que quieres evitar. Si no tienes nada claro, dilo abiertamente. Todos podemos sentirnos perdidos en algún momento y está bien contar con alguien que, desde fuera, nos ayude a ver con objetividad nuestro bagaje. Intenta expresarle cómo te sientes, aunque no sepas muy bien cómo hacerlo.

SEGUNDO. Está actualizada y conoce el mercado laboral actual.

Necesitas una persona que entienda cómo se mueve el empleo en el siglo XXI, que conozca las herramientas actuales y no te recomiende ir puerta por puerta con tu CV impreso. Si te dice que LinkedIn no sirve o te da estrategias pasadas de moda, algo no cuadra. Cada perfil necesita recursos ajustados a su situación. La orientación genérica es como una talla única: rara vez encaja bien. El mercado cambia y quien acompaña procesos debe estar al día.

TERCERO. No promete lo que no puede cumplir.

Si alguien te dice que conseguirás empleo en pocas semanas con su método, desconfía. El resultado depende de múltiples factores: tu perfil, formación, experiencia, idiomas… y también del propio mercado, que a veces es injusto. Además, siempre hay un componente de suerte. Lo importante es que trabajes sobre aquello que sí puedes controlar: tu CV, tu preparación, tus acciones. Si te garantizan resultados sin base, pide pruebas o aléjate.

CUARTO. Te escucha sin juzgarte y te genera confianza.

Hay personas que simplemente no conectan contigo y se nota. Necesitas sentirte cómodo, percibir empatía y confiar en lo que te propone. Eso sí, no busques solo alguien que te diga lo que quieres oír. Busca a quien te rete, te saque de la queja y te impulse a dar lo mejor de ti, aunque lo haga con firmeza. Porque al final, engañarte a ti mismo no te lleva a ninguna parte.

QUINTO. Se interesa genuinamente por tu caso.

No quieres sentirte como “uno más”. Necesitas que, cuando estás con esa persona, se centre en ti y haga lo posible por facilitarte el proceso. En ocasiones, el sistema tiende a burocratizarlo todo, y solo queremos ser escuchados con atención. También es importante recordar que no puedes culpar a quien te atiende por aspectos que escapan a su control. La actitud de “yo contra el mundo” no suele llevar a nada bueno.

Por supuesto, tú decides si confiar en un orientador del servicio público o contratar a un profesional por cuenta propia. Ni lo gratuito es sinónimo de baja calidad, ni lo de pago es garantía de excelencia. Todo depende de la persona que te toque. Existen grandes profesionales en ambos contextos.

Busca a alguien que te impulse, que te diga lo que necesitas oír aunque no siempre te resulte agradable. Todos hemos sido atendidos alguna vez por alguien que no mostró empatía ni interés real por nuestra empleabilidad. Eso no debería ser la norma.

También es justo reconocer que trabajar en orientación laboral no es tarea fácil. Muchas personas del sector lo hacen en condiciones precarias, bajo contratos temporales y con objetivos difíciles de alcanzar. Puede que eso no te importe demasiado, pero conviene tener en cuenta también su contexto.

¿La clave del éxito? Contar con alguien que te haga avanzar, aunque no siempre te diga lo que quieres escuchar. Porque el objetivo no es solo que te orienten, sino que te impulsen.

Así que ya lo sabes: elige bien, pon de tu parte y prepárate para despegar.

Más de Antena Laboral

Sobre el autor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *