Todo proyecto empresarial comienza a partir de una idea. Es fácil imaginarse este momento como una bombilla que se enciende de repente en la cabeza. Un pensamiento espontáneo y casual, que surge casi por accidente. Pero, ¿sucede realmente así? ¿Es posible establecer un método para encontrar la inspiración? ¿Cuáles son las claves para generar una buena idea de negocio?
Para el autor del bestseller ‘Innovación en el ADN de la organización’, es posible plantear una metodología práctica que ayude a generar nuevas ideas. En este proceso, propone cuatro perspectivas clave o patrones que conducen al pensamiento creativo:
“Cada persona emprendedora tiene su inspiración y cada historia es diferente”, como nos comenta Ana Alonso, técnica en promoción empresarial del Ayuntamiento Zaragoza. Sin embargo, a partir de su experiencia como coordinadora del Semillero de Ideas, programa de Zaragoza Activa, es posible identificar algunas de las fuentes de inspiración más frecuentes.
“En general, podríamos decir que hay dos grandes grupos de inspiración. Uno lo conforman las personas que por su experiencia laboral detectan alguna necesidad específica en su sector o desarrollan una innovación y deciden sacarla adelante. Y el otro, quienes exploran su pasión y sus aficiones para desarrollar una idea de negocio”, destaca Alonso.
Con todo, lo que muchas veces lleva a las personas por la senda del emprendimiento no es tanto una idea de negocio como la necesidad de una identidad profesional. Así al menos lo ve desde otro de los proyectos de apoyo al emprendimiento de Zaragoza Activa Nélida Pérez, coordinadora de La Colaboradora. “Creo que a la hora de emprender influyen más las ganas de dedicarse a lo que a uno le gusta e identifica y que no se daría trabajando por cuenta ajena, donde al final hay que adaptarse a lo que la empresa quiere y espera”, comenta Pérez.
En su famoso libro ‘Piensa, es gratis’, el publicista Joaquín Lorente escribe: “La gloria de los seis mil millones de cerebros que hoy convivimos en este planeta es nuestra capacidad para generar ideas. Y la lacra es que faltan cauces para convertirlas en realidad”. Los programas formativos del Semillero de Ideas y La Colaboradora buscan encauzar esas ideas o “moldearlas”, como prefiere describirlo Alonso, para que sean negocios viables.
“Buenas ideas hay muchísimas, cada año nos sorprenden, pero cuando hablamos de idea de negocio estamos hablando de que puedan ser viables. Para eso, creo que tiene que detectarse la necesidad real o la demanda del producto o servicio que se quiere desarrollar con esa idea y explorar el mercado, porque los emprendedores tienen que ser únicos en lo que hacen y aportar algo nuevo. Cada día surgen muchas iniciativas y hay que diferenciarse con algo que realmente aporte valor”, expone Alonso.
Por su parte, para la coordinadora de La Colaboradora, el peso del éxito no debe recaer exclusivamente sobre la idea. “En sí misma una idea original garantiza poco. Creo que lo que hace que una idea pueda ser buena y generar un negocio de éxito es cómo se desarrolla, cómo ponerla en marcha, el momento también del emprendedor y del mercado. El éxito puede radicar en la idea pero seguro que también en la estrategia, en la forma de comunicarla, en saber a quién se dirige, en encontrar esas vías de difusión adecuadas”, concluye.
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