Francisco Rojas es ingeniero industrial, especialista en TIC, co-fundador del Grupo de Informática Gráfica Avanzada (GIGA) de la Universidad de Zaragoza y External Examiner por la Universidad de Wales (UK)… pero no viene a Zaragoza Activa por sus conocimientos técnicos…
Está a la vanguardia de un incipiente movimiento para el CAMBIO en el sistema económico. Viene a nuestra casa para hablarnos sobre la Economía del Bien Común y su agrupación regional (o “campo de energía”) en Zaragoza [jueves, 30 de enero de 2014. Inscripciones en ZAC]. Aquí, la entrevista:
Vienes a hablarnos de la Economía del Bien Común… ¿Nos puedes explicar (con tus propias palabras) en qué consiste y de dónde viene esta idea?
En mi opinión la Economía del Bien Común (EBC), plasmada como diferentes formas de economía social, siempre ha existido, pero como movimiento global y organizado ha tenido que esperar a dos hechos: una crisis como nunca la había conocido la humanidad (financiera, de recursos y de población) y a que el profesor de economía austriaco Christian Felber aglutinase en torno a unos principios compartidos a un primer grupo de personas preocupadas por buscar una alternativa social, ambiental y económica. Al cabo de un par de años de poner en práctica sus ideas, apareció su libro “Economía del bien común”. En España comenzó sus debates públicos precisamente en Zaragoza, hace justo dos años.
En la economía actual se mide el éxito económico con indicadores monetarios como el producto interior bruto y los beneficios que no contemplan el wellbeing de los seres humanos y al medio en el que vivimos. Estos indicadores no nos dicen nada sobre si sobreexplotamos recursos, si se respetan los derechos humanos, si se consiguen en una guerra o en medio de una dictadura, etc. De la misma manera que una empresa que muestra beneficios no nos indica nada sobre las condiciones de sus trabajadores ni sobre lo que produce ni cómo lo produce. La economía del bien común se rige por una serie de principios básicos que representan valores humanos: confianza, honestidad, responsabilidad, cooperación, solidaridad, etc.
El que una empresa asuma trabajar para el Bien Común, por ahora, es voluntario y, normalmente, se realiza en forma de planes de Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Es decir, actualmente muchos proyectos de fomentar una ética responsable en las empresas surgen con un objetivo de marketing empresarial… Tres preguntas: ¿cuál es la diferencia entre la RSC y la Economía del Bien Común? ¿En qué puede beneficiar a una empresa asumir estas “normas”? ¿Cómo se puede hacer “vinculante” para las empresas?
La RSC bien interiorizada y formando parte de la formulación estratégica de la empresa nos estaría llevando cerca de los principios de la EBC. Sin embargo, la EBC es mucho más exigente y no casa muy bien con la maximización de beneficios, la remuneración del accionista y unos valores de competitividad, interna y externa, que son los predominantes en las grandes empresas. Y estas arrastran a sus propias constelaciones de PYMES a jugar en su tablero.
Las empresas pioneras en la EBC se mueven a contracorriente impulsadas por el propio convencimiento de las personas que las conforman, pero necesitan además un cambio radical en la forma en que consumimos.
¿Por qué no pueden pagar los consumidores un precio más caro por productos no exclusivos si saben que su fabricación aporta de forma indirecta un beneficio para todos?. Son empresas que no tienden a la maximización de beneficios como su último fin. Fabricar sin expoliar recursos, (materiales o energéticos, en clave de economía circular), incluyendo el pago externalidades como la contaminación o la adecuada conciliación de la vida familiar de sus trabajadores, creando empleos dignos adecuando de forma transparente un ratio máximo entre el menor y el mayor salario, fomentando la cooperación y no la competición, utilizando mecanismos de democracia interna, etc. En el mercado actual es obvio que las empresas de la EBC tienen desventajas en costes por lo que tenemos que impulsar medidas legales, fiscales y laborales que equilibren esta desventaja inicial de partida. En el fondo, nada rompedor, sería democratizar una práctica de “legislación a medida” de la que gozan determinadas empresas multinacionales de servicios básicos… Las empresas de la EBC se certifican para diferenciarse.
¿Puedes nombrarnos algunos casos de éxito que han seguido esta filosofía en España?
Hay varias empresas que en los últimos meses se han auditado, en las Islas Canarias, Valencia y Barcelona. A Zaragoza hemos invitado a que cuente su experiencia BIKOnsulting, del País Vasco, y hemos empezado con algunos pioneros. Pero, sin duda alguna, el mejor ejemplo (y más mediático) es La Fageda, en Girona.
Según sabemos, la organización del movimiento del Bien Común se estructura a partir de “campos de energía”. El nombre nos suena un poco a central nuclear… ¿en qué consisten?
La EBC es de código abierto, relativamente nueva y la estamos construyendo entre todos. Y es posible que tal vez haya que cambiar este nombre. Como grupo/campo de energía (CE) de Zaragoza ya tenemos algunas anécdotas porque es cierto que confunde de primeras. Una de las cosas más inteligentes del movimiento es que tiene una estructura organizativa celular, muy descentralizada. Cada una de estas conexiones de la red recibe el nombre de CE. Como el objetivo compartido entre todos es transformar las reglas de la economía y se plantea hacerlo transformando a uno de sus pilares, como son las empresas, cuantos más campos de energía existan mejor. En España con que 4 socios/voluntarios quieran crear un CE pueden hacerlo. Es más, “cortaran y pegaran” y recibirán ayuda, información o metodologías del grupo más cercano. En nuestro caso, por ejemplo, no habría ningún problema porque se quisiera crear el CE de la calle Delicias.
El pasado miércoles nos visitó Félix Manito, director de la Fundación Kreanta y de las Jornadas Internacionales de Ciudades Creativas. En un fórum que hicimos sobre la relación entre el desarrollo de las ciudades y la creatividad surgió, de entre nuestro público, una pregunta obligada que te queremos transmitir… Esta nueva tendencia hacia una mayor participación ciudadana en los procesos de cambio social, ¿es una moda producto de la crisis económica o viene para quedarse definitivamente?
Tengo sentimientos encontrados entre lo que quiero creer y lo que creo que puede pasar. La crisis ha venido para quedarse. Necesitamos llegar a que la mayoría sea consciente de que vamos hacia otra cosa y que el transitorio es, y va a ser, muy duro. Sin embargo, la máxima etapa evolutiva del ser humano es la vida en sociedad. Si miramos nuestra corta historia vemos que vivimos mejor que nuestros antepasados, aunque haya habido periodos de tiempo en que no ha sido así. Pero, a día de hoy, lo que se vislumbra dentro de 20 años es que este recorrido está truncado. El crecimiento en el consumo energético mundial y el tipo de fuentes de energía que necesita el modelo económico en el que vivimos lo impiden racionalmente. El cambio en nuestro esquema de consumo básico de recursos puede llegar como imposición, por incapacidad económica de acceso o como un convencimiento grupal. Para esto último, que es lo menos invasivo, debemos madurar como ciudadanos. Y participar y comprometernos personalmente en ese cambio empieza a ser una necesidad percibida por muchos. Dicho esto, somos minoría. El marketing social con el que nos bombardean va en la dirección contraria y el dinero a ellos le sobra, lo pueden fabricar.
Además de ser parte del movimiento de la Economía del Bien Común en vuestro CE hay personas que pertenecen a nuestro proyecto de economía colaborativa La Colaboradora. Uno de los requisitos para entrar en este espacio es que todos los proyectos tengan una “base social”… ¿Se puede decir que la filosofía de La Colaboradora está dentro de la Economía del Bien Común?
Como autónomos ya están en el proceso de autoevaluarse y enfrentarse a un Balance de la EBC. Pronto sabremos si cumplen, pero te adelanto que muchos de los principios que nos marcan el camino aparecen en el planteamiento fundacional de La Colaboradora: equidad, solidaridad, dignidad humana, transparencia, democracia interna. Somos compatibles. Este movimiento viene para sumar y no restar a otros círculos de colaboración y de cambio en Zaragoza, como las Transition Towns, los mercados sociales o las plataformas de renta básica ciudadana.
Para terminar… ¿Qué próximos proyectos tiene en mente el “campo de energía” de Zaragoza?
No tenemos prisa, vamos a ir sumando a todos aquellos zaragozanos que ya hayan hecho su recorrido interior y que quieran participar en cambiar el modelo económico actual. Es sencillo encontrarnos y cada vez vamos a aparecer en más lugares. La EBC es una hoja de ruta abierta, voluntaria, transicional, real y posible.
Por ahora somos un pequeño núcleo de personas sin vinculación previa entre nosotros, entre los que se encuentran un médico de familia, un informático, dos ingenieros, una profesora de universidad, dos economistas, un sociólogo, un par de miembros de ONG, dos funcionarios y varios ciudadanos, algunos de ellos en paro y otros trabajando en sus propias empresas o por cuenta ajena. En un formato de innovación abierta y entregando nuestro tiempo y conocimiento ad honorem, por ahora hemos traído a la ciudad el, ya global, apolítico y aconfesional, movimiento de la EBC. Y la inteligencia colectiva tiene pocos límites.