Aquello de que “los drones han llegado para quedarse” es una afirmación que estamos escuchando estos meses infinidad de veces en telediarios, revistas o periódicos. Y es que esta máxima es ya una realidad. Cada día nos llegan noticias que nos hablan de drones en diferentes sectores. Seguridad, emergencias, agricultura, deportes, inspecciones industriales, grabaciones audiovisuales, transporte… y parece que esto no ha hecho más que empezar.
Los drones están llamados a ser una de las herramientas más importantes en nuestra vida cotidiana e incluso vamos a poder verlos en acción en hitos históricos como la primera expedición a Marte.
Pese a su enorme importancia en muchos sectores, es conveniente destacar que actualmente son una herramienta más, aunque es cierto que los avances casi diarios en robótica e inteligencia artificial hacen que su desarrollo sea exponencial y que cada vez sean más indispensables en diferentes ámbitos por la versatilidad que proporcionan.
El germen de este desarrollo tecnológico del que hablamos se encuentra fundamentalmente en varios factores:
Todo ello nos lleva a una utilización masiva de los drones, que al mismo tiempo requiere un desarrollo legislativo apropiado y una responsabilidad en su uso.
Así que, ¿te animas a convertirte en piloto/a de drones?
Perspectivas hasta ahora imposibles, acceso a lugares de difícil acceso, optimización de recursos humanos y económicos, no solo en dinero sino también en tiempo, inmediatez de las operaciones… Desde luego las ventajas son tremendas, sobre todo si tomamos en consideración la facilidad de uso y el escaso desembolso económico que supone para una empresa en comparación con los beneficios que obtiene. El balance es, sin duda, muy positivo.
Pero como dice el refrán, “no todo el monte es orégano“, y también debemos tener en cuenta las desventajas que trae consigo esta tecnología.
Quizás la que más polémica suscita es la invasión de la intimidad. Los drones permiten a sus pilotos acceder a zonas privadas y obtener fotografías o vídeos, incluso sin consentimiento de sus propietarios. De la misma forma, hay que tener en cuenta que los usos que se le pueden dar a una aeronave pueden tener un buen fin, pero también pueden ser empleados para perpetrar acciones delictivas, terroristas o incluso bélicas.
En cuanto al aspecto técnico, por el momento la meteorología (viento, lluvia, nieve, niebla…) y la duración de los tiempos de vuelo por la limitación de las baterías son un hándicap importante en el desarrollo de estas aeronaves.
Tanto si nuestra idea es orientar el uso de un dron al ámbito recreativo como si lo que pretendemos es sacarle un beneficio profesional, nos vamos a encontrar con que el mercado va a ser muchas veces el mismo y que se entremezclan los modelos que pueden emplearse para una u otra cosa.
Existen varias marcas punteras en el mundo de los drones. Dà-Ji?ng Innovations, más conocida por su acrónimo DJI, es la empresa que ha copado el mercado europeo con casi un 90% de las ventas de drones.
Aunque también existen otras marcas de gran calidad como pueden ser Autel Robotics, Yuneec o Parrot, que compiten por hacerse con un hueco con unas aeronaves que muchas veces no tienen nada que envidiar a las primeras.
DJI cuenta con uno de los modelos que mejor calidad – precio ofrecen y que nos va a permitir realizar operaciones particulares o profesionales en casi cualquier escenario. Se trata del Mini 2, una aeronave que pese a caber en la palma de nuestra mano tiene unas características técnicas que le acercan a un uso profesional.
Grabación de video 4K, estabilización de imagen, modos inteligentes, y un peso de 249 gramos que como veremos más tarde nos va a permitir realizar vuelos en prácticamente todos los escenarios. Todo ello por menos de 600 euros.
Si lo que buscamos es un dron de iniciación podemos adquirir alguno de los modelos que tienen marcas como Syma o Potensic, aparatos que podemos comprar desde los veinte euros y que pueden servirnos para ver si nos gusta volar como afición o si queremos ir más allá y darle un uso laboral.
Si por otra parte lo que queremos es adquirir un dron para una utilidad específica (cámara térmica, carga de material, empleo de fitosanitarios, infrarrojos, LIDAR…) tendremos que pensar en modelos con unas características más avanzadas. El peso de la aeronave será sensiblemente superior, los sensores fotográficos serán mejores y por tanto aumentarán la resolución. Como es lógico también será mayor el precio del dron.
Por ejemplo podemos encontrar un DJI Enterprise Dual con cámara térmica para búsqueda de personas o inspecciones industriales por unos tres mil euros, un Autel Evo II con cámara 8K con sensores anticolisión multidireccionales a partir de los mil quinientos euros, o un DJI Inspire 2 para producción audiovisual desde los tres mil euros. A partir de aquí podemos gastarnos todo lo que queramos o podamos.
Si ya estás metido/a en el mundillo o quieres iniciarte, lo primero que tienes que saber es que el término más correcto para referirte a un dron, y que vas a ver continuamente en la legislación, es el de UAS (Unmaned Aerial System), es decir, un sistema aéreo no tripulado.
El 31 de diciembre de 2020 entró en vigor la normativa europea que regula la fabricación y uso de UAS. Estas normas afectan a todas estas aeronaves independientemente de su uso (hasta ahora se diferenciaba entre recreativo y profesional), y obliga a los usuarios a cumplir varios preceptos antes de comenzar a volar un dron.
Registrarse como operador en la sede electrónica de AESA (Agencia Española de Seguridad Aérea) a través del enlace a siempre que se pretenda volar una aeronave de más de 249 gramos o que disponga de sensores que puedan captar datos personales, y por otro lado formarse como piloto.
Como veremos más adelante, vamos a tener varios niveles formativos en función del escenario y el tipo de aeronave que queramos volar. Algunos de los exámenes de estos niveles se realizan online y son gratuitos por lo que no hay excusa para no obtener los certificados.
Una de las normas europeas, concretamente el Reglamento de Ejecución (UE) 2019/947, define tres categorías de operación con UAS: abierta, específica y certificada. Aquí las tienes ordenadas de menor a un mayor riesgo.
Este tipo de operaciones son las que tienen menos riesgo, y por lo tanto para su realización no necesitan autorización de AESA ni declaraciones operacionales. Esta categoría se subdivide a su vez en otras tres: A1, A2, y A3. Y en cada una de ellas se definen los UAS que se pueden usar, la formación que se requiere a los pilotos, y las condiciones que deben cumplirse en los vuelos.
Podemos decir que A1 se corresponde a un escenario en el que se vuela sobre personas; A2 un escenario en el que realiza la operación cerca de personas; y A3 que se correspondería con un escenario en el que se está lejos de personas.
En el caso del escenario A1, al realizarse vuelos sobre personas se deben cumplir otras normas referentes a las aeronaves. Éstas deben tener un peso de menos de 250 gramos y no superar por fabricación una velocidad de 19 metros por segundo, que serían el equivalente a casi setenta kilómetros por hora. Este tipo de UAS están categorizados como “clase C0”.
Para el escenario A2 hay que tener en cuenta que nos vamos a encontrar cerca de personas, y que al suponer un mayor riesgo solo vamos a poder emplear UAV que pesen un máximo de 4 kilogramos, que, como veremos más tarde; se corresponderán con el marcado de clase C2. En cuanto al vuelo en sí, no podremos acercarnos a menos de 30 metros de distancia de las personas que sean ajenas a la operación, aunque podremos rebajar esta cifra hasta los 5 metros si nuestra aeronave dispone de un dispositivo de velocidad reducida.
Por último, el escenario A3 es aquel que se encuentra a más de 150 metros de zonas residenciales, industriales o comerciales, y que además es un lugar seguro en el que no se puede poner en peligro a ninguna persona ajena a nuestra operación.
Si se cumplen estas condiciones (y algunas otras en las que no vamos a profundizar ahora) podemos volar con UAV de hasta 25 kilos de peso.
Se engloban en esta categoría las operaciones que tienen un mayor riesgo que las de categoría abierta y por tanto para llevarlas a cabo hay que solicitar una autorización a AESA o bien contar con una declaración operacional conforme a uno de los dos escenarios estándar que existen.
Se trata de la que entraña mayor riesgo en las operaciones. Serían aquellas que se llevan a cabo con UAV con una dimensión mayor de 3 metros, realizar transporte de mercancías peligrosas, o de personas. Por ahora no está desarrollada la legislación por la que se van a regir este tipo de vuelos.
Como hemos visto al inicio del artículo; existen drones de juguete, drones orientados a un uso recreativo, drones de carreras, y aquellos que ya se pueden emplear para un uso semi-profesional o profesional.
Con la nueva normativa europea hay que atender al Reglamento Delegado (UE) 2019/945, de 12 de marzo de 2019, sobre los sistemas de aeronaves no tripuladas y los operadores de terceros países de sistemas de aeronaves no tripuladas.
En él se distinguen siete clases de RPAS: C0, C1, C2, C3, C4, C5 y C6, que van de más a menos en función de las restricciones operacionales que tienen y los sistemas que las integran. Cada clase de UAS hace referencia tanto a la propia aeronave como a los sistemas que la componen y el equipo destinado a controlarla de forma remota.
Para no complicarnos mucho podemos decir que C0 son los UAV de menos de 250 gramos, los C1 hasta los 900 gramos, C2 hasta 4 kilos, y a partir de ahí desde el C3 al C6 pueden llegar hasta los 25 kilos. Después hay que saber que cada uno tiene que cumplir otras características propias, pero para quedarnos con una primera impresión esto sería lo fundamental.
De la misma forma que existen categorías que van de un menor a un mayor riesgo, ocurre lo mismo con las edades permitidas para volar un UAS.
Para volar un dron de juguete (amparado por la directiva europea) no existe una edad mínima, de la misma forma que si estamos acompañados de una persona con formación y mayor de 16 años.
Sin embargo para volar drones de hasta 500 gramos deberemos tener 12 años. Y esta edad se eleva hasta los 14 años para el resto de operaciones en categoría abierta y UAV de mayor peso.
Por último si queremos realizar operaciones en categoría específica o de forma profesional tendremos que tener 16 años o más.
Otro de los cambios sustanciales que ha habido con la llegada de la nueva normativa europea consiste en que ya no hay una titulación única para ser piloto/a profesional. Ahora se ha establecido un sistema de niveles de nuevo en atención al riesgo que pueda tener la operación.
Si ya tenías el certificado de piloto/a de años anteriores no tienes de qué preocuparte. Tan solo tienes que registrarte vía web en la página de AESA como operador, y esperar pacientemente a que saquen el curso puente con el que te convalidarán el nivel 1, el nivel 2, y los STS (escenarios estándar) del nivel 3.
¿Posibilidades laborales? Infinitas. Como has podido ir viendo durante todo el artículo, la enorme versatilidad de los UAS hacen que infinidad de sectores se hayan interesado en ellos.
Sin duda se está abriendo un abanico de oportunidades laborales alrededor de los drones. No solo hablamos de su uso directo sino de todo lo que conlleva la existencia de esta tecnología: ingeniería, mantenimiento y mecánica, fabricación, control de calidad, desarrollo informático, inteligencia artificial, logística, diseño, etc., son campos transversales al uso de los drones.
Además, debemos ser conscientes de la inminente llegada de los UAS a las grandes ciudades, provocando un desplazamiento del transporte terrestre al aéreo, tanto de mercancías como de personas, algo que va a cambiar la fotografía del último siglo en movilidad urbana.
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