El 20 de junio celebramos el evento MIE Hábitos de vida saludables y cáncer. Desde que empezamos a darle forma a la jornada tuvimos claro que queríamos hablar de alimentación, ejercicio físico y gestión emocional como las tres patas de unos hábitos de vida saludables. Antes, durante y después de la enfermedad.

Empezamos, como en el anterior, con una mesa redonda de personas expertas en cada uno de los temas y con dos testimonios de personas a las que el deporte ayudó a transitar su periodo de enfermedad. Para dar paso después, a una dinámica en la que se buscaba resolver todas las dudas concretas que el público asistente plantease y acoger todo lo que quisieran compartir con el resto.

Alejandro Ferrando Gutierrez fue el primero en intervenir. Es dietista-nutricionista colegiado. Siempre ha enfocado su profesión desde el punto de vista de la educación nutricional. Por lo que él no hace dietas, hace cambios de hábitos. Decide especializarse en el paciente oncológico después de una formación con una dietista-nutricionista especializada en ello.

Alejandro empezó aclarando qué es un hábito saludable de alimentación aquel hábito de alimentación suficiente, completo, equilibrado, satisfactorio, seguro, adaptado al comensal y al entorno, sostenible y asequible.

Ofreció unas recomendaciones para prevenir el cáncer y otras enfermedades:

  • Mantener una composición corporal saludable con el objetivo de darle prioridad a la masa muscular y reducir, en la medida de los posible, la masa grasa.

  • Mantenerse físicamente activo

  • Consumir una dieta rica en cereales integrales, frutas, verduras y legumbres

  • Limitar el consumo de comida basura/rápida, alimentos procesados, ricos en grasa, almidón y azúcares

  • Limitar el consumo de carne roja y procesada (embutidos)

  • Limitar el consumo de bebidas azucaradas

  • Limitar el consumo de alcohol y, si es posible, evitarlo.

  • Para madres: den el pecho a sus bebés siempre que puedan.

  • No usar a la ligera suplementos para prevenir el cáncer. Aclaraba Alex, que siempre seguir las indicaciones de un profesional sanitario que sepa decirnos que suplementos son los más adecuados para nosotros. Cada cuerpo es un mundo.

Es probable que al seguir estas recomendaciones se produzca una reducción del consumo de sal y de grasas saturadas animales y trans, lo cual ayudará a prevenir otras enfermedades no transmisibles.

Para concretar todo esto en cambios que podemos hacer en nuestro día a día, Alejandro nos compartía un recurso elaborado por la Generalitat de Catalunya en la que explican de manera muy detallada como incorporarlos. Si te apetece saber más, consultalo aquí.

Durante el tratamiento, Alejandro defiende que unos hábitos de alimentación saludables nos pueden ayudar a mejorar nuestra calidad de vida y compartió con todas las personas asistentes unas pautas básicas para gestionar la alimentación durante el tratamiento oncológico:

  • Hacer una planificación semanal de nuestra alimentación

  • Aprovechar para ir a comprar los días en los que nos encontramos mejor

  • Tener siempre en casa alimentos nutritivos que no necesiten mucha preparación.

  • Aprovechar los días que no estamos tan cansados para cocinar más cantidad y guardarlo en la nevera o en el congelador

Resaltaba la figura del dietista-nutricionista para ayudarnos a:

  • Conocer el estado nutricional actual

  • Corregir la imagen deteriorada por el tratamiento

  • Corregir o prevenir las deficiencias nutricionales

  • Personalizar la dieta en función de las necesidades del paciente

  • Mejorar la tolerancia de los tratamientos y favorecer su eficacia

  • Combatir los efectos secundarios del tratamiento relacionados con la alimentación

  • Evitar en la medida de lo posible tener que parar el tratamiento principal

  • Prevenir la desnutrición y/o tratarla

Cerraba la intervención explicando que una vez ha sido eliminado todo rastro del cáncer en nuestro cuerpo tenemos que esperar hasta que haya desaparecido la toxicidad producida por los fármacos utilizados en los principales tratamientos y lo ideal es seguir unos hábitos de alimentación saludable como los recomendados para la prevención del cáncer.

Lucía Sagarra Romero fue la encargada de hablarnos de ejercicio físico. Es Licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y Graduada en Enfermería. Profesora de diferentes asignaturas del Grado en Ciencias de la actividad física y del deporte de la Universidad San Jorge, forma parte como investigadora de diversos proyectos nacionales e internacionales relacionados con el área de la salud y el ejercicio físico en diversos grupos poblacionales. Es Doctora y su línea de investigación está centrada en Actividad Física y Salud relacionada con el envejecimiento y las enfermedades crónicas. Ha impartido docencia en el Máster de Prescripción de Ejercicio Físico y participado en diversos congresos nacionales e internacionales, siendo autora de varios artículos especializados relacionados con la influencia del ejercicio físico en los procesos de salud y enfermedad en obras especializadas y en revistas científicas.

Lucía comenzaba dándonos datos que no dejaban lugar a dudas del rol protector del ejercicio físico regular (moderado-vigoroso) en el riesgo de desarrollar cáncer. Variando entre un 10 y un 24%, dependiendo del tipo de cáncer, el porcentaje del efecto protector que tiene hacer ejercicio físico regular cuando las intensidades son moderadas y el riesgo de desarrollar un cáncer (varían los porcentajes dependiendo del tipo de cáncer).

Decía Lucía, queno existe ningún fármaco actualmente que pueda provocar la cascada de reacciones positivas que desarrolla el músculo cuando es sometido a entrenamiento. Son una serie de sustancias que actúan a nivel de nuestro sistema inmunológico y que pueden combatir un crecimiento alterado de células pretumorales o tumorales en algún tejido del cuerpo.” Sin olvidar que ya se ha comprobado que en ciertos cánceres existe una relación directa entre la inacctividad o el sedentarismo y la predisposición a desarrollar estos tipos de cáncer.

En la fase 1 de tratamiento (radioterapia, quimioterapia, etc.) se produce la aparición de efectos secundarios del tratamiento, es una fase difícil de manejar porque no todo el mundo tolera igual los tratamientos, ni está igual en las distintas fases por lo que es necesario ajustar el ejercicio, se da un descenso del nivel de actividad, la familia también juega un papel muy sobreprotector, pérdida de peso, se produce un rápido desacondicionamiento físico con un descenso acusado de masa muscular.

En esta fase, el ejercicio físico nos proporciona una mejora y reducción de los efectos secundarios del tratamiento. Nos centraremos en el mantenimiento y mejora de la capacidad funcional y provoca una reducción de la dependencia a largo plazo de los sistemas sanitarios y de salud.

Existe a día de hoy abundante evidencia científica de que el ejercicio físico controlado y dirigido durante y después del tratamiento no produce ningún tipo de problema. Necesitamos siempre la supervisión del oncólogo. Existen estudios heterogéneos (lo que más se ha estudiado es mama y colon y empieza a haber estudios con otros tipos de cáncer).

Nos podemos encontrar barreras en la práctica del ejercicio físico como que una vez diagnosticado, es muy común que el paciente sufra pérdida de confianza incluso en aquellas cosas que antes sí podían hacer, y ahora no se ve capaz de hacer, incluido el ejercicio. Se puede producir aislamiento social y una sobreprotección por parte de las personas cuidadoras. Existe un gran desconocimiento de recomendaciones y eso también nos frena. Puede haber diversos miedos por lo que es necesario escuchar al paciente. Y, sobre todo, la fatiga. Es el efecto secundario más prevalente. Casi la totalidad de los pacientes con cáncer manifiestan fatiga en algún momento de la enfermedad. Además es un cansancio multisistémico (Físico-Mental-Emocional). Esa fatiga nos puede provocar una inactividad prolongada que nos producirá un catabolismo en las proteínas musculares y esto nos generaría un círculo vicioso.

Nos habló también de las precauciones que hay que tener en cuenta cuando, estando en tratamiento y/o enfermos, queremos continuar o comenzar a realizar ejercicio físico. Existen guías que nos pueden orientar junto con el acompañamiento de un profesional especializado. Lucía terminaba recalcando que lo importante es pasar a la acción.

La parte de los cuidados emocionales recayó en mi exposición y aunque de gestión emocional hay muchísimo que contar, me pareció adecuado enfocar la intervención en aquellas herramientas concretas que a mí me sirvieron muchísimo antes, durante y después del proceso de enfermedad. Y que además en estos dos años que llevo de andadura con Copiloto Emocional en el que personas han confiado en mí compartiendo sus procesos vitales conmigo han corroborado que son útiles, que sirven o que ellas también las utilizaron.

Siempre que hablo de gestión emocional, ya sea en charlas, cursos o procesos individuales me gusta empezar haciendo unas aclaraciones que generan sufrimiento.

No existen emociones negativas y emociones positivas. Existen las emociones

Los psicólogos dividen el mundo emocional en dos tipos de emociones: positivas y negativas. Esta distinción resulta útil para el estudio pero también entraña confusión, porque tendemos a creer que determinadas emociones de las llamadas negativas, como el miedo, la ira, o la tristeza, deben ser evitadas. Éste es un error fundamental. Las emociones, tanto las positivas como las negativas, cumplen un papel fundamental. Las emociones, tanto las positivas como las negativas, cumplen un papel adaptativo, es decir, existen porque nos ayudan a sobrevivir en un entorno complejo.

Crea tu propio lenguaje

El lenguaje crea realidades. Así como te cuentas y cuentas la realidad, así la sientes. Yo no me sentía cómoda con todo este lenguaje bélico que hay actualmente alrededor del cáncer de la lucha, del siempre fuerte… Y lo cambié. Encuentra tu lenguaje, aquel que te da fuerzas, aquel que te haga la experiencia un poquito más fácil.

Nada es ni tan bueno ni tan malo como nos imaginamos.

Que acontecimientos cambian la vida y cómo lo harán es algo que con frecuencia no podemos saber en el momento que nos ocurren. A veces, un acontecimiento incuestionablemente positivo desencadena una crisis o una profunda decepción y seguro que todos podemos recordar alguna ocasión que haya sido así. En otras ocasiones, lo que a priori parece una desgracia, a mi tocó el cáncer como puede ser cualquier otra cosa, resulta ser una puerta de acceso a algo maravilloso, en parte debido a que nos damos cuenta de que estábamos equivocados al creer que tales acontecimientos nos ocasionarían un daño permanente. En parte porque nos permitimos mirar más allá. Estos momentos vitales nos obligan a pensar de formas que no se nos habrían ocurrido, abriéndonos puertas a nuevas realidades.

En cuanto a herramientas concretas, compartí algunas como:

Habla, habla, habla: Cuando hablamos pasan varias cosas. La primera y más obvia es que lo sacamos fuera. Por otro lado, contarlo nos exige reelaborar nuestro discurso lo que lo ordena y nos da una nueva perspectiva. Otra cosa que ocurre es que lo escuchamos y al escucharlo aunque sea de nuestra boca lo dimensionamos. Por esto, habla, habla, habla.

Reevalúa y define tu red de apoyo: La red de relaciones es una de las fuentes de felicidad que tenemos los seres humanos, pues somos animales sociales, pero a veces también nos genera mucho estrés y con la enfermedad no estamos para tonterías.

En estas situaciones es importante contar con apoyo. Elige muy bien con quién te quieres relacionar. Esto es aplicable a toda nuestra vida pero en estos momentos, en los que estás más sensible no te recomiendo que te relaciones con nadie que no te aporte cosas positivas. Define a quién tienes a tu lado y en qué te pueden ayudar. Ese tío que siempre te hace reír, esa amiga que siempre te escucha, tu hermano que te comprende como nadie… Lo que sea, pero dedica un rato a elaborar esa red de apoyo y utilizala. Y si lo necesitas, incorpora en tu red de apoyo un profesional, una asociación, un grupo de ayuda…

El mapa no es el territorio: Esto explicado de una manera muy simple quiere decir que la realidad se nos presenta y nosotros la interpretamos, y además, cada persona de una forma distinta. Lo que es una gran noticia pues cambiar la realidad es, la mayoría de las veces, dificilísimo y algunas veces imposible, pero, y aquí viene lo bueno, si cambiamos nuestra manera de percibirla esa realidad cambia.

Pon límites: Poner límites es cuidarnos. Cuídate. A nivel emocional también. No quedes con esas personas que te quitan la energía o no te entienden. No permitas que te cuenten las historias truculentas del vecino de la cuñada de mi suegra que tuvo lo mismico que tienes tu y en dos meses se murió. Si necesitas tiempo para entender algo, para hacerte a la idea de tu primer gotero de la quimio, pídelo. Si necesitas llorar, gritar, correr, reír, un abrazo, que te dejen tranquila pídelo. De una manera respetuosa, asertiva pero pide.

Encuentra un para qué:El que quieras. El que te sirva. Dota de sentido aquello que te ocurrió o aquello que te está ocurriendo. Las cosas suelen tornarse bellas cuando tienen un sentido, incluso las tristes. El sentido de la vida se construye a lo largo de nuestra vida y hasta el último minuto de nuestra existencia.

Haz tuyo el mantra: hoy lo de hoy, lo de mañana, mañana.

La mayoría de los problemas que tenemos sólo ocurren en nuestras mentes. Son todos esos innumerables y si… que continuamente nos imaginamos. Todas esas horas de nuestra vida que pasamos preocupados por lo que va a venir, lo que va a pasar, para descubrir al final que aquello que imaginábamos nunca pasó. Céntrate en el ahora.

¡No te pierdas el próximo post en el que compartiré todo lo trabajado en la parte del evento de las preguntas de las personas asistentes!

Espero que os sirva 🙂

SeLeNe

Soy Trabajadora Social experta en educación socioemocional y hace un par de años, por una experiencia personal, decidí fundar Copiloto Emocional. El objetivo es poner mi experiencia personal y, sobre todo, la profesional al servicio de personas y su entorno que tengan que enfrentar el reto vital que supone transitar un cáncer y lo quieran hacer de una forma más positiva. Actualmente, trabajo como Mediadora en el programa de Zaragoza Activa y la Universidad de Zaragoza: Mediación, Innovación y Emprendimiento (MIE), desarrollando la parte más comunitaria y social de mi proyecto Copiloto Emocional. Y esto lo hago, de un lado, a través de la creación de espacios de conversación para las personas que de alguna manera tengan la presencia del cáncer en su vida. Con el objetivo de construir saber de manera conjunta. Y, de otro, con el impulso y la facilitación de círculos de cuidados para pacientes, expacientes, familiares y personas cuidadoras para transitar el proceso de la enfermedad de manera conjunta.

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